viernes, 11 de diciembre de 2009

Tan sólo quiero abrazarte





Título: Tan sólo quiero abrazarte
Autor: Loress
Pareja: JaeMin
Género: Slash
Resumen: Cuando Jae creía que en su vida todo sería lo que hasta ahora, que jamás conocería el verdadero amor... no sabía que en tan poco tiempo iba a descubrir lo que de verdad era sentir algo así, pero no todo iba a ser perfecto...









Tan sólo quiero abrazarte’, esas palabras que estremecían su alma..., - ¿Por Qué...? ¿Por qué ha tenido que ocurrir así? – Susurraba Jae mientras de sus ojos caían lágrimas contemplando el brillante cielo azul.

Tan solo podía caminar mientras observaba todos los recuerdos que tenía de cada sitio que habían visitado, cada momento que habían vivido juntos. Todas las experiencias que jamás pensó sentir se aferraban en su mente mientras en su mano sostenía el regalo más especial que había recibido de su persona amada. Un bonito amuleto que tenía grabado ‘sólo tú’, y que había recibido en la primera noche que pudieron disfrutar de su amor a solas. De repente vió que delante de sus ojos estaba el lugar más especial en el que los dos habían estado y recordo las palabras que en su día le hicieron sentir que jamás estaría solo:

- ‘Recuerda que pase lo que lo que pase yo siempre voy a estar contigo, con cada suspiro y cada paso que des, no importa donde me encuentre yo... te voy a acompañar y a amar para siempre’. – Mientras Jae se aferraba con sus brazos a su sitio amado y contemplaba el precioso mar azul susurró:
- Te Quiero...

Y con lágrimas cayendo por sus mejillas, imaginó... una vez más que su querido Min le volvía a abrazar y los recuerdo se apoderaron de él...

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Era un día lluvioso donde Jae corría para llegar pronto a casa para no mojarse (aunque en realidad estaba empapado) y mientras corría jadeando de repente se paró al contemplar a un chico que estaba sentado en un banco llorando sin consuelo...

- Ey! ¿Te pasa algo? – le dijo.
- No, no te preocupes ya se me pasó..., vaya estas tan empapado como yo!
- Si, iba para casa pero te encontre aquí... así, y...
- Tranquilo no es nada – el chico se levantó, empezó a andar pero antes de irse le dijo. – Me llamo Min, gracias por preocuparte – y este le sonrió.

Esa sonrisa hizo a Jae estremecerse. Jamás en su recuerdo había sentido que le pasara algo así con nadie y para sus adentro murmuró su nombre... Min.

Mientras tanto Min llegó a su casa, dejó su chaqueta mojada, se sentó en su solitario sofá y mientras miraba al suelo vió caer gotas de sangre sobre el suelo... sonrío para sí mismo y se dijo

- Otra vez... otra vez... y después de eso se durmió.

A la mañana siguiente se preparó para ir a trabajar, su cara se veía pálida en parte por las lágrimas de la pasada noche y en parte por el cansancio que tenía acumulado de pensar que otra vez iba a vivir lo mismo y no veía solución final. Mientras se dirigía a su trabajo pasó por delante de su antigua escuela, la cuál tuvo que dejar para poder costearse los gastos de su tratamiento y a lo lejos vió al chico que la pasada noche se preocupó por el. Miró su reloj y observo que llegaba tarde, pero no le importó, poco a poco se acerco al lugar donde estaba su chico misterioso.

- Hola! – le dijo Min con una sonrisa.
- Ey! Hola, como estas? – Jae lo observo durante unos instantes y noto que la cara de Min estaba mal a pesar de su sonrisa.
- Bien, me dirigia a mi trabajo, esta a dos manzanas de aquí...
- Esta cerca de aquí, te acompaño, es mi hora libre.

Jae se despidió de sus compañeros y junto a Min empezó a caminar.

- Oye – Min se paró de repente y cogió la mano de Jae – Gracias por lo de anoche...
- Tranquilo, hice lo que debía, de verdad. Por cierto, me llamo Jae, no me diste tiempo a decirtelo – y este le sonrió.
- Es un nombre precioso, Jae..., jamás lo olvidaré... ahora tengo que irme, creo que ya llego demasiado tarde, pero no importa, merecio la pena.

Con una sonrisa se despidió del chico más bondadoso, a su parecer, que jamás habría podido conocer. Y mientras estaba cerca de su lugar de trabajo se dijo para si mismo. ‘No me puedo creer esto, Min no puede ser, esto no debe de pasar, así no...’. Pero la realidad era que deseaba estar cada segundo y cada momento de sus días junto a ese maravilloso chico, que tan solo con una sonrisa le había echo el hombre más feliz del mundo.




……………………





Después de un duro día de trabajo Min recogió sus cosas y pensando en todo lo que le había sucedido en tan pocos días se dirigió camino a casa, la verdad es que no tenía fuerzas para nada más, solo deseaba irse a dormir y por un momento poder olvidar aquello que hacía que su alma poco a poco se quemara por dentro. En su rostro no se notaba más que cansancio aunque cuando recordaba el nombre de Jae, su expresión cambiaba completamente llenandose de felicidad. No podía creer que tan solo con unos pocos minutos sintiera todos esos sentimientos que jamás había recordado experimentar. De repente notó una mano en su hombro...

- Hola! – saludó Jae.
- Holaa, y tú ¿que hacés aquí? – respondió Min.
- Te he seguido, bueno, no quiero parecer un acosador jaja, es que te ví mientras me dirigía a casa.
- Yo tambien iba para mi casa, estoy un poquito cansado... bueno, en realidad mucho.

En ese momento vió que la cara de Jae parecía cambiar por el echo de que no iban a poder pasar un rato juntos.

- Pero..., si quieres podemos ir a cenar a un restaurante cerca de aquí, el descanso puede esperar – le dijo Min sonriendo.

No hizo falta que Jae le respondiera, enseguida asintió con la cabeza y se dirigieron hacia el restaurante. Todo era muy extraño para los dos, ya que apesar de que se conocían de apenas un día, sentían como si hubiera estado toda la vida juntos, como si hubieran crecido y madurado el uno con el otro. Quizás por eso era que sentían tanta complicidad y parecían entenderse a la perfección con tan solo mirarse.

Tras una cena tranquila y largas conversaciones, los dos decidieron emprender el camino a casa. De echo aunque no quisieran el restaurante estaba a punto de cerrar así que sin mas remedio tendrían que irse, aunque si por ellos fuera se hubiera quedando allí hablando toda la noche.

- Bueno creo que ya es hora de despedirse, creo que se hizo demasiado tarde y ni nos dimos cuenta – dijo Min.
- Vaya, es verdad – le contestó Jae mientras miraba su reloj – Sinceramente no me había dado cuenta.

Se hizo un pequeño e incómodo silencio y sin poder creer lo que estaba a punto de decir; Min sabía muy bien que se estaba metiendo en un camino que quizás no podría soportar por todo lo que estaba pasando; le pidió a Jae que se vieran al día siguiente.

- Mañana es mi día libre, y bueno, estaba pensando que quizás... – le dijo.
- Si – respondió enseguida Jae.

Decidieron quedar donde se habían visto por primera vez, aquél banco del parque donde Min lloraba sin consuelo la otra noche.

Camino a casa Min seguía dandole vueltas a la cabeza, él sabía muy bien que no era el momento para empezar algo así. Quizás en otro momento no habría otro motivo que le impidiera poder disfrutar de eso, pero era bien sabido que no se encontraba en un buen momento ni mucho menos, porque había días que ni siquiera se sentía con fuerzas para levantarse de la cama. Ya era mucho tiempo conviviendo con esa enfermedad. Con sólo 21 años ya había sufrido más de 5 de dura enfermedad, en la que en ocasiones parecía estar recuperado, pero de alguna manera u otra, sin enteder como, siempre volvía a recaer. Por ese motivo tuvo que dejar todo lo que hasta el momento le había echo feliz. Dejó sus estudios, dejó su posible carrera como deportista y ahora estaba pensando en dejar lo más maravilloso que le había pasado nunca, el amor. Y en ese momento se dió cuenta de una cosa.

- Dios... ¿cómo puedo estar pensando en esto? – se dijo para sí mismo – En mi memória no hay ningún recuerdo de un momento de felicidad así, creo que es hora de dejar que todo pase como tenga que pasar, es hora de vivir de verdad.

Cuando llegó a casa, dejó sus cosas caer sobre el suelo y se miró en el espejo. Era la primera vez en mucho tiempo que podía sonreír frente a él y sabía perfectamente porque motivo era. Simplemente era porque estaba viviendo. Al día seguiente sintió despertarse más feliz que nunca, enseguída fué a arreglarse mientras miraba con impaciencia el reloj y deseaba que llegara la hora de volver a verse con Jae. Estaba tan nervioso que sus manos parecían torpes a la hora de ponerse la camisa. Después de un rato por fín termino de arreglarse y comezó el camino hacía el parque con mucho nerviosismo en sus pasos. Tras 15 minutos llegó a ese lugar especial pero Jae aún no había llegado, la verdad es que Min era bastante exigente en ese aspecto y no le gustaba ni llegar tarde ni que llegaran tarde y con cierta ironía graciosa se lo hizo saber a Jae.

- Llevo como media hora esperandote ehh?? – le dijo.
- Que mentiroso eres, además tu has llegado tarde yo estaba en aquel árbol... espiandote un poquito jejeje – respondió Jae.
- Y yo soy el malo no?, bueno te perdono – sonrió.
- ¿Sabes que? , te ves muy guapo cuando pones esa carita de enfado, ¿por qué no vamos a dar una vuelta?.
- No, quiero quedarme aquí contigo – y en ese momento Min abrazo a Jae – Tan solo quiero abrazarte...

Era como si todo a su alredador se esfumara y solo quedaran ellos dos allí. Durante unos minutos se sintieron el uno al otro de una manera inimaginable, el tiempo parecía estar parado y solo se les apreciaba a ellos. Jae todo sonrojado después de haber sentido el calor de Min de una manera muy espacial solo pudo balbucear unas pocas palabras.

- Esto ha sido lo más bonito que me ha pasado en mucho tiempo, me gustaría quedarme así para siempre.

- Ojalá hubieras aparecido antes, ojalá... – le susurró Min.

En ese momento Jae no entendió lo que había querido decir con esas palabras, pero tampoco se paró a pensar en ello, simplemente siguió los pasos de Min y ambos se perdieron paseando en el horizonte. Todo parecía perfecto, era como si lo que siempre habían soñado se estuviera cumpliendo en ese momento. Los días pasaban y pasaban pero no se cansaban de mirarse, abrazarse y de sentirse uno cerca del otro. Pero como bien se sabe no todo podía ser perfecto.

Tras unos días Min tenía que volver al hospital para recoger los resultados de sus pruebas médicas y lo que le esperaba no era ni mucho menos buenas noticias.

- Min sientese – le dijo el doctor – Verá, la verdad es que no se como decirle esto pero...
- Doctor no se preocupe, ya lo sé, lo noto, lo siento, lo vivo, día a día el alma se me quema por dentro... ahora ya se que no hay camino de vuelta, tan solo... – por un momento deseo no tener que decir y aceptar eso – tan solo queda esperar el final.
- De verdad que lo siento... – le volvió a decir el doctor.

Tras estas palabras Min salió de la consulta y emprendió el camino a casa. Mientras caminaba, paso a paso no hacía más que darle vueltas a la cabeza, no sabía que hacer, no sabía si contarle a Jae lo que pasaba... no quería hacerle daño, sobre todo eso, no quería ver que la sonrisa de Jae se convertia en tristeza por ver el sufrimiento y todo lo que estaba pasando. Durante los días que pasaron juntos Min le había prometido que jamás le haría sufrir, que jamás derramaría una lágrima por su culpa y en ese momento sintió una presión en el pecho, como si no supiera que hacer. ¿Estaría bien ocultarselo?, ¿Quizás debería de alejarse de Jae para no hacerle sufrir?, ¿O debía seguir viviendo su maravillosa historia hasta que el destino quisiera terminarla?. Dudas, en la mente de Min, solo había dudas por no saber que camino tomar, necesitaba pensar y reflexionar, pero siempre había algún detalle que hacía que su mundo volviera a girar.

Al llegar a casa encontró un mensaje en su contestador y como no era la dulce voz de su amado.

“Min, ahhh no estas... bueno, te echo de menos, sentía que tenía que decirtelo... ya sabes que día es dentro de una semana noo??, espero no te hayas olvidado sino te las veras conmigo ehh jajaja, te lo estaré recordando todos los dias para que no te olvides, es broma, ya sabes que te quiero”

Y todas sus dudas se esfumaron por un segundo con ese “te quiero” de Jae. No quería verle sufrir, pero tampoco quería perderle, solo sabía que mientras lo tuviese a su lado nada sería imposible. Deslizo sus dedos para volver a escuchar esas dulces palabras y así una y otra vez, no se cansaba de escuchar su voz. “Estoy deseando que llegue mañana” y con una gran sonrisa se fué a dormir.

Al día siguiente les esperaba una cita en el parque de atracciones. Sin saber como Jae había convencido a Min para ir, la verdad es que para nada le gustaban esos sitios, siempre había demasiada gente y digamos que no era un sitio muy tranquilo para tener una cita con alguien. Sin embargo al cabo de unas horas esa imagen errónea que tenía cambio por completo. Decidieron subir a una gran noria que era uno de los mayores atractivos del parque.

- Creo que has cambiado completamente de idea sobre estos sitios, ¿verdad? – le dijo irónicamente Jae.
- No tiene gracia, ya sabes que soy un poco...
- Si, rarito – le volvió a decir con tono irónico. Aun así te quiero tal y como eres.
- Burlate tooodo lo que quieras.
- Ay pero que tonto eres Min, no te das...

Pero a Jae no le dio tiempo a terminar su frase, Min puso un dedo sobre sus labios...

- Shhh, no hables más... – y se fundieron en un dulce beso.
- Gracias por darme tanta felicidad, jamás cambiaría nada de tí, incluso cuando te burlas de mis cosas, hasta así estas perfecto, todo tu eres perfecto. Mi complemento, mi otra mitad, mi otro ser... jamás dejes de ser así, prométemelo...
- Te lo prometo – le contesto Jae.

Sin saber porqué, mientras se abrazaban Jae sintió como si Min se estuviera despidiendo de el, pero no quería pensar en ello. Aunque intuía lo que pasaba, no quería preguntar por miedo a saber lo que pasaba y que sus miedos se hicieran realidad. En esos momentos solo pensaba en sentir el abrazo de Min y quedarse así para siempre.







……………………………………




- Min... despierta – decía una voz – Minniee! Ya es hora de levantarse... uff maldito dormilon... DESPIERTA!
- Q...que pasa? – respondío Min - ¿Pero porque tienes que despertarme de esa manera, no ves que estaba tranquilo?
- ¿Tranquilo?, más bien gimiendo. Vete tu a saber que estabas soñando.
- Cállate! No estaba soñando nada, es solo que... Además ¿tú que haces aquí?, se supone que ibas a pasar un tiempo en casa de tu hermano.
- Ah valee, encima de que vuelvo pronto vas y te quejas, pues nada me vuelvo a ir y ya esta.
- No, Junsu... espera.

Junsu era el mejor amigo de Min, se conocían desde hace muchos años y era el único que sabía de su enfermedad. Junsu siempre había admirado la entereza de su amigo, siempre pensó que era increíble como podía levantarse día tras día después de todo lo que había vivido y sufrido. Se conocieron cuando Min quedó huérfano a los 15 años y desde ahí le acompañó en todo momento de su vida, sobretodo ahora más que nunca sabía que el necesitaba de todo su apoyo, tenía que estar a su lado y acompañarle fuese cual fuese su final. Pero esa era la parte que más triste le ponía, el pensar que un alma tan bondadosa se apagaba por dentro sin ningun sentido hacía que quisiera ponerse en su lugar para poder librarle de ese sufrimiento.

- Bueno, ¿vas a contarme o no? – le dijo
- ¿Y que se supone que tengo que contarte? – le respondió Min.
- Venga, no seas asi ya lo sabes, además lo noto en tu mirada. Eres como un libro abierto sabes perfectamente que a mí no puedes engañarme, vengaa, porfaaa cuentamelooo – dijo Su poniendo esa carita tierna con la que siempre hacia que Min se rindiera.
- He conocido a alguien...

Y antes de que pudiera terminar su amigo se puso a dar saltos por toda la casa chillando de la imensa alegría que sentia.

- Su, estas loco. Quieres que te lo cuente pero no me dejas terminar y te pones a saltar, mira que no te cuento nada más ehh? – le dijo con tono malvado sabiendo que Junsu corriendo le iba a suplicar que terminara de contarle – Pero te lo voy a contar, ya se que eres un cotilla y no soportas quedarte con la incógnita jaja.

Estuvieron un rato hablando tumbados sobre la cama de Min. Este le contó como había conocido a Jae hace ya casi un mes y todo lo que sentía y había vivido con el. Su estaba muy feliz por saber que todo eso le estaba pasando a su amigo, aunque era consciente de que algo le preocupaba. Respondiendole a eso, Min le contó lo que el médico le había dicho, era la primera vez que aceptaba ante alguien que ya no había marcha atrás, pero sobretodo en su rostro había preocupación porque no quería hacer daño a su novio. Ya era demasiado para Min ver sufrir a su mejor amigo, aunque el siempre se mostrara con una sonrisa, sabía que por dentro no hacía más que llorar y ya era suficiente como para hacer sufrir a Jae tambien.

- Min, mira... tu sabes que yo siempre te he apoyado en todo, he estado a tu lado en los buenos y malos momentos. No voy a decirte palabras de consuelo hacía todo lo que estas viviendo porque solo tienes que tener en cuenta una cosa. Tienes que vivir el día a día así como lo has echo hasta ahora. Tu como amigo me has demostrado que eres fuerte, bondadoso, honrado, buena persona, siempre te has preocupado por mí a pesar de que eres tu quien esta mal y eso lo valoro mucho. Por eso es que te quiero, por eso es que eres mi mejor amigo, incluso más que eso, para mi eres como un hermano. Tienes que ser feliz pase lo que pase, no te voy a decir si debes o no contarselo a Jae, eso es decisión tuya, pero tienes que vivir cada segundo que tengas con el intensamente. Solo así serás feliz de verdad. – le dijo Junsu con su rostro iluminado por una gran ternura.

- Gracias, tan solo puedo decirte, gracias por todo lo que significas para mi – le contesto el joven con lágrimas cayendo de sus ojos – Quiero que lo conozcas, hoy voy a comer a su casa. Me gustaría que mi mejor amigo conociera a la otra mejor parte de mi.

- Estaré encantado – y este le sonrió.

Mientras Junsu desacía sus maletas, Min llamó a su novio para decirle que iba a llevar a su mejor amigo con el. Realmente le sorprendió lo contento que Jae se había mostrado ante eso, sintió que estaba incluso más cerca de el, más adentro de su corazón, de su vida, era algo inexplicable que le llenaba de una felicidad inmensa. Recordó lo que le había dicho su amigo tan solo unos minutos atrás, que viviera día a día cogiendo cada segundo intensamente. Min era feliz, tan feliz que todo lo que había sufrido en esos momentos era igual que una gota de lluvia cayendo sobre el mar, se disipaba, desaparecía y al final, no quedaba nada, tan solo tranquilidad. A la hora que tenían prevista llegaron a casa de Jae, Min los presentó y Junsu le hizo un gesto malicioso a su amigo haciendole saber que le gustaba como era su novio, cosa que inebitablemente sonrojó a su querido Minnie.

- La comida estaba riquisima, cocinas muy bien. Mira que listo Minnie, ha elegido un chico guapo, con bonitos ojos y que sabe cocinar, si es que no tienes remedio con lo comilon que eres tu y sin saber cocinar... era inebitable – dijo Su riendose a carcajadas.
- Callate! Tu y tus bromas, no tiene gracia y si no se cocinar ¿que? – le respondió con tono enfadado.
- Chicos soys increibles – interumpió Jae riendose – Min ya me había hablado que todo el rato estabais así, pero no pense que sería a tanto nivel, de verdad parecéis niños pequeños jaja.
- Bueno pero seguro que esa parte es una de las que te gustan de Min o ¿me vas a decir que no?.

Al ver que los novios se sonrojaban tras esas palabras no pudo evitar reirse sin parar. Estaba claro que de los tres, Su era el que tenía la personalidad más alocada, era tan carismático que Jae no dudo que tambien sería buen amigo de el.
Pasaron la tarde entre risas, cantando en el karaoke y sobre todo divirtiendose pero Su decidió marcharse a casa, tenía que terminar de arreglar todo lo que había traido de su viaje, además pensó que era buen momento para dejar a su amigo a solas con Jae, así que después de una buena tarde se despidió de ellos.

- Chicos! – les dijo antes de salir por la puerta – No sean malos ehhh. Y les lanzó un guiño.
- La madre que lo... este Su no deja pasar ni una ocasión para bromear.
- Ya lo veo – se rió Jae – Pero se nota que hay una complicidad de años entre vosotros dos. Me voy a sentir incluso celoso.
- Ay Jae no seas tonto, tu para mi lo eres todo en este sentido. Su es el amigo que todo el mundo quisiera tener, el siempre ha estado ahí conmigo, sobretodo ahora que... – y de repente sus palabras se cortaron, sintió que no quería decir nada. – Bueno vamos a recoger la mesa que esta todo echo un desastre.

Mientras Min se dirigía con los platos a la cocina, Jae se quedó pensando en que iba a terminar esa frase que no tuvo final, pero decidió no darle vueltas y fué a ayudar a limpiar. Se hizo un silencio armonioso entre los dos mientras fregaban los platos pero como siempre no pudieron evitar lanzarse miradas de dulzura, eran tan complices en todos los sentidos que el mundo parecía no existir a su alrededor.

Había pasado un mes desde que Min comenzó su relación con Jae y quería preparar algo maravilloso para el. Ya le había comprado su regalo, un colgante con un amuleto que simbolizaba el amor eterno. Para el tenía un significado especial ya que siempre creyó que aunque las personas esten separadas en distancia o en cuerpo, en alma siempre se sentirían el uno al otro. Lo demás había sido todo un reto ya que la cocina no es algo que se le diera demasiado bien, pero quería sorprender a Jae con una buena cena en la terraza de su casa contemplando la maravillosa luna que esa noche parecía brillar aún más que nunca. Su le había ayudado a preparar todo y cuando terminaron decidió salir con unos amigos para que los novios tuvieran intimidad. Después de unas horas un Jae perfectamente vestido llamo a la puerta.

- Vaya, estas impresionante – le dijo Min sonriendo – Sube a la terraza te espera una sorpresa.

Jae se quedó atónito al ver lo perfectamente que estaba todo preparado, contempló con dulzura los petalos de flores con un tono violeta que había esparcidos por el suelo, creía estar en un sueño, todo lo que sus ojos veían era perfecto, pero más perfecto aún era poder compartir todo eso con la persona de la que estaba enamorado. Cuando vió a Min subir por las escaleras con su traje y corbata de color claro sintió algo que jamás había sentido, por un momento imaginó que pasarían el resto de la vida juntos y no quería que ni por un segundo esa noche acabara.

- Todo esto es increible, no me esperaba tanto... es...
- Es lo que te mereces, por hacerme feliz día tras día, por compartir mi vida, por ser solo tú... te lo mereces todo. Sientate, anda vamos a cenar.

Después de la cena vino el momento más especial de la noche, los dos contemplaron el cielo durante un rato. La sintonía de las estrellas con la luna era perfecta para el momento, todo ese explendor les acompañó en su primer baile juntos.

- Quiero regalarte algo, quiero que sepas que pase lo que pase yo siempre voy a estar contigo, con cada suspiro y paso que des, no importa donde yo este... te voy a acompañar y a amar para siempre. Este amuleto simboliza el amor eterno, simboliza todo en lo que yo creo, simboliza mi amor por ti. Siempre te voy a querer, jamás te olvides de eso.
- Yo... no se que decir, esto es precioso, lo voy a guardar para siempre y te prometo que jamás olvidare esto, ni tus palabras ni este momento porque voy a cumplirlo yo tambien, te cuidaré y te amaré por siempre – dijo Jae sin poder aguantar las lágrimas.

Era la primera vez que los dos lloraban juntos, lágrimas de felicidad por tenerse, por disfrutar de ese momento. Jamás querían separarse, tan solo querían sentirse el uno al otro. Así se lo demostraron en su primera noche juntos. Sintieron sus cuerpos, sintieron sus labios, sintieron sus almas. El placer les invadía a la vez que se acariciaban con ternura, sollozos y gemidos se unían a cada movimiento. Sus manos sentían las partes más íntimas de todo su ser. Solo querían sentirse y juntos llegar al paraíso, susurros, suspiros de placer, hermosas palabras, caricias, todo era maravilloso, era especial, tan solo eran ellos y sus sentimientos, era el placer profundo, era su abrazo y después... era su sueño.





……………………





El sol entraba radiante por la ventana de la habitación de Min, iluminando toda su cama este contempló con una inmensa alegría a su amado que aún dormia a su lado. Su rostro se veía tan dulce mientras dormia que Min no pudo evitar darle un beso en la mejilla y contemplarle sin perder detalle durante algunos instantes. Quiso dejarle dormir, así que mientras tanto el fué al baño para darse una ducha y cuando estaba terminado de peinarse se dió cuenta de que su nariz empezó a sangrar. Recordaba esa sensación de su cuerpo cuando esto pasaba, era como si un calor profundo recorriera toda su alma destrozandolo por dentro, pero ya era algo que no podía evitar. En ese momento escucho que Jae se había despertado, corriendo limpio todo para que este no se diera cuenta de nada y sintió como los brazos de Jae rodeaban su cintura.

- Buenos días – le susurró al oido – hum... que bien hueles.
- Veo que has dormido bien, te ves precioso durmiendo – le dijo Min intentando que Jae no notara nada de lo que había pasado.
- He dormido bien porque he dormido a tu lado, no podría haber pedido más. Pero, ¿te pasa algo? Te noto mala cara.
- No tranquilo no me pasa nada es solo que me duele un poco la cabeza.
- Ah bueno eso ya se porque es jaja.

Jae acarició suavemente el cuello de Min y despues le beso. En esos momentos jamás habría imaginado que ese no era el motivo por el que Min tenía esa cara. Todo lo que estaba apunto de pasar era algo inimaginable.

Pasaron varias semanas desde aquella noche, en la que los dos habían podido seguir demostrandose su amor, seguían viendose a menudo, daban largo paseos, compartian bonitos momentos, en definitiva compartian toda su vida. Era ya común ver a Min recogiendo a Jae de sus clases y a este recogiendo a su novio del trabajo, todo parecía ir muy bien pero había algo que preocupaba a Jae desde hace días. Había notado ciertos comportamientos extraños en Min, como si le ocultara algo y no quisiera que el se enterase. No era la primera vez que en mitad de una de sus comidas o uno de sus encuentros este se empezaba a encontrar mal y se iba casi sin más. Por eso decició hablar con Junsu al respecto.

- Verás, se que quizás no debería de preguntartelo pero hay algo que me preocupa de Min y no se que es, ¿hay algo que no sepa? – le pregunto Jae en tono serio.
- Yo... yo de verdad que no puedo decirte nada, es algo que solo el debe de decidir contarte, se que lo quieres y se que el te quiere a ti, pero no esta en mis manos desvelar esto.
- Pero ¿le pasa algo verdad?. No hay que ser muy listo para darse cuenta de eso, aunque el haya evitado por todos los medios ocultarmelo yo le observo y se cuando su comportamiento es de una manera o de otra.

Junsu sentía que debía decirselo, pero sabía muy bien que era algo que el no tenía que hacer. Tan solo salió de el un calido abrazo y en ese momento le dijo que lo que debía de hacer era hablar con Min de ese tema. Era muy difícil ocultar todo aquello, desde hace un par de semanas la enfermedad de Min había avanzado de una forma inimaginable y Su era el único que llevaba eso con el, le ayudaba con sus medicamentos y le cuidaba en sus noches sin poder dormir del dolor. Le aterraba la idea de que el final estuviera cerca pero tambien le parecía muy triste que Jae no tuviera ni idea de lo que estaba pasando, por eso había animado al chico para que hablara con Min. Decidido y después de su conversación con Junsu, Jae estaba dispuesto a saber que pasaba y con rostro serio fue hacia la casa de su novio, tocó a la puerta y no tardo en preguntar.

- ¿Que es lo que pasa Min?, quiero que me lo cuentes. – el rostro de Jae reflejaba una seriedad que jamás se había visto en el.
- Creéme, es mejor que no lo sepas. – le contestó.

Min iba a dirigirse hacía su cuarto pero Jae le agarro del brazo y le insistió.

- Aquí somos dos, creo que tengo el derecho a saber que es lo que pasa. Quiero que me lo digas, ahora.
- No, dejame, por favor, dejame... dejame. En ese instante Min comenzo a llorar desconsoladamente, no quería formular esas palabras que tanto temía, pero Jae siguió insistiendole.
- Dímelo, tan solo quiero que... – y de repente tras decir esto Jae se quedo atónito – Min, estas sangrando, mira tu nariz ¿que es lo que pasa?.
- Yo – Min tuvo que armarse de valor – me muero, me... muero. No quería hacerte daño, esto no tenía que pasar, TU no tenías porque pasar por esto!!
- Esto debe de ser un mal sueño... tiene que ser un mal sueño. – estaba más aterrorizado que nunca.

Jae se aferró al cuerpo de Min, no podía creer lo que estaba escuchando. En ese momento recordó un detalle en el que no se había fijado. El día que se conocieron mientras Min estaba llorando en el banco parte de sus manos estaban cubiertas de sangre, pero ni por un momento imaginó que se trataba de eso. Sin embargo todos los detalles llevaban a una sola conclusión, lo que estaba pasando parecía completamente cierto. Y en ese instante mientras secaba las lágrimas de su amado le prometió apoyarle en todo, seguir con el pasara lo que pasara, cuidarle día y noche si hacía falta. Pero era algo que Min no estaba dispuesto a aceptar, no quería ni que por un momento Jae viviera todo eso, no quería verle sufrir de esa manera y aunque lo amaba con locura tomó una decisión inexperada.

- Quiero que te vayas, esto... esto se acaba aquí, no quiero ni que me cuides, ni que veas como me apago, no quiero nada. Solo quiero estar solo. Vete...
- Pero yo quiero estar contigo, no puedes estar diciendo esto, yo se que me quieres, yo se...
- Jae! He dicho que te vayas, no quiero que estes aquí, tan solo vete, haz lo que te digo!
Se oyó la puerta y en ese instante Min cayó al suelo derrotado. Se repetía una y otra vez en su mente la imagen de el empujando a Jae y diciendole que se fuera de su casa. Él le quería y sabía que le había echo daño. Tan solo quedo el llanto, quedó el corazón roto, quedó clavada en su alma la mirada de la persona a la que acababa de romper el corazón, esas lágrimas de impotencia, ese deseo de estar con el por siempre... era injusto, todo era muy injusto. Una y otra vez se preguntaba porque tenía que estar pasando todo esto, porque había tomado esa clase de decisión, pero por dentro sabía que no podría soportar la idea de que Jae sufriera porque el tarde o temprano iba a desvanecerse por completo. A pesar de todo el sabía que había echo lo correcto, Jae podría reacer su vida sin haber tenido que pasar la mala experiencia de perder a alguien de esa manera.

Tan solo en un instante todo se había vuelto oscuro, el mar en calma había pasado a ser una tempestad, se sentía solo y apagado.
La imagen de los dos era como una tiebla en medio de la nada, oscuridad y desolación, cada uno en su casa, sentados en el suelo, derramando lágrimas... dolor solo había dolor, aún se sentían en uno al otro aunque fuera de una manera triste, sus cabezas solo daban vueltas, no había pensamientos, no había palabras, no había miradas, ni siquiera había paz. Era una oscuridad tan inmensa en la que jamás habrían querido entrar, tan solo de sus bocas pudieron salir ciertas palabras mientras ya tumbados en sus respectivas camas intentaban comenzar un sueño que sabían jamás podría llegar.

- Si yo te quiero, ¿por qué esto ha tenido que pasar así?
- Si yo te quiero...

Así es como se sentían dos personas que se amaban de una manera inimaginable...




‘No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonias, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas’.
________

- ¿Cómo se puede entender algo así...? No hay nada que pueda evitar el dolor que le he causado. Aun creyendo que es lo correcto.
- Solo quieres verle feliz – respondió Junsu – Pero la felicidad no depende de las decisiones, sino de lo que se vive en el día a día...

Habían pasado varios días desde que Min decidió romper con Jae, era una situación difícil. En su cabeza se mezclaban los sentimientos de hacer lo correcto y los de simplemente dejar que todo tuviera que pasar de la manera que fuera. Ahora más que nunca se sentía solo, solo por haber quitado de su lado a la persona que más había querido en su vida, solo, por saber que el tiempo que le quedara, sin su amado nunca podría ser feliz, solo, porque veía como su vida se desvanecía sin poder hacer nada.

Para Jae tampoco era sencillo, ahora sabía lo que realmente pasaba y se sentía mal por no poder apoyar a Min en todo. En parte comprendía la decisión que este había tomado, pero realmente no le importaba tener que sufrir después, mientras que tuviera su amor el mayor tiempo posible. Era un camino que parecía haberse roto a pedazos, ambos no sabían que hacer, no sabían si dejar las cosas como estaban o luchar por lo que realmente querían. Realmente era complicado cruzarse por la calle, cuando se dirigían al trabajo o la escuela, y ni siquiera mirarse a los ojos el uno al otro. Jae sentía que tenía que hacer algo para arreglar esa situación, por eso pidió consejo a Junsu.

- De verdad, no se que hacer Su, entiendo su posición pero siento que tengo que seguir luchando por tener su amor – dijo un Jae emocionado.
- Lo sé, aunque no lo parezca... Min, Min no esta contento con su decisión – Jae le miró sorprendido cuando pronunció estas palabras – El sólo quiere que tu no sufras, pero la realidad es que quiere pasar cada uno de sus últimos momentos a tu lado.
- Pero... ¿por qué ya ni siquiera me mira a los ojos cuando nos cruzamos?.
- Simplemente porque es un cabezota, cuando toma una decisión se mantiene firme sea cuál sea el motivo y es muy difícil sacarle de esa opinión – contestó Su – Muchas veces cree estar haciendo lo correcto cuando en realidad sabe que no tiene razón. Yo no comparto su decisión porque se lo que quiere y creo que deberías de luchar por el. Seguro que se enfada conmigo, pero para mí lo más importante es verle feliz y tu eres su felicidad.

Esas palabras hicieron que la expresión de Su se volviéra más triste, Jae se preguntaba que pasaría por la mente de su amigo en ese momento, pero lo que no sabía es que Su había estado enamorado de Min desde el primer momento que se conocieron. Junsu sabía perfectamente que jamás sería más para Min que su mejor amigo, aunque en ocasiones no podía evitar sentirse mal cuando sabía que no iba a tener con el lo que otros si podían., tan solo le importaba una cosa, que la persona a la que amaba fuera feliz por completo y aunque le doliera en el alma debía de aceptar que esa felicidad no sería compartida con él. Aún recordaba la primera vez que se conocieron, un día no muy especial en el que empezaron su bonita relación de amistad y aunque nunca se había atrevido a decirle lo que sentía no le preocupaba, porque en el fondo de su corazón tener la sonrisa de Min era lo más importante que en su vida podría tener.

- Su, ¿Estás bien?.
- Si, tranquilo... no pasa nada – y con la gran sonrisa que le caracterizaba le dijo – Haz lo que tienes que hacer, no permitas que el tiempo os quite todo lo que podéis vivir juntos.

Dicho de esa manera todo parecía fácil de hacer, Jae estaba dispuesto más que nunca a luchar por su amor, solo pensaba en como conseguirlo.

Mientras tanto, Min no se sentía con fuerzas para nada, estaba desbordado ante la situación. De todas las situaciones que había vivido, sin duda esta era la peor. Tenía que haber pasado esto para que el se diéra cuenta de que todo lo que había sufrido no era nada comparado con perder a la persona que más quería. Apenas rendia en el trabajo y era algo que no le gustaba ya que el siempre lo daba todo, pero en su mente tan solo había un pensamiento.

- Se te ve muy distante – le dijo el camarero del bar donde siempre iba a desayunar.
- Bueno, digamos que la vida no siempre pone las cosas en bandeja – le respondió Min intentado dibujar lo que parecía una sonrisa en su cara.
- Sea por el motivo que sea, nunca dejes que las cosas tristes invadan tu vida, tan solo mira hacía delante.
- Sabias palabras, se nota que sabes de la vida más que yo.
- No creas Min, te aseguro que ni por un momento yo he pasado lo que tu, pero como te he dicho... adelante.

‘Vaya, parece que soy más estúpido de lo que creía, lo correcto... ¿en esta vida que es lo correcto?. Pensaba Min para sí mismo. Se supone que la vida es para disfrutarla y no para quitarnos a las personas más queridas de nuestro lado. No quiero... no quiero vivir sin ti Jae... no quiero’.

Por fín, por fin se había dado cuenta de lo que realmente era importante, ¿que importaba cuánto tiempo quedara?, si lo más importante es llenar esos pequeños momentos con las personas que más feliz te hacen. La vida no es más que un camino, con momentos buenos, con momentos malos, pero al fin y al cabo momentos que siempre nos hacen comprender que las cosas importantes son las que tenemos que guardar. Min se había dado cuenta de que había cometido el mayor error de su vida, se preguntaba si había vuelta atrás a todo eso. Si tenía que sentir dolor que no fuera por falta de felicidad. La lluvia caía sobre su rostro mientras iba de camino a casa, sus ojos radiaban luz, cada paso y cada tramo del camino era un recuerdo feliz que venía a su mente. Desde su enfancia hasta su madurez... realmente nunca se había parado a pensar de todas las cosas buenas que había tenido a pesar de los dolores que había sufrído. Pero ahora solo pensaba en un sin fin de momentos que estaban por empezar.
Al llegar a casa encontró una nota que alguien había pasado por debajo de la puerta.

‘Nuestra historia no ha echo más que empezar, no dejemos que el olvido se lleve los momentos que podamos vivir juntos. Te espero mañana a las 10 en nuestro sitio amado. Donde por primera vez te ví y soñe ser feliz contigo para siempre’.

- Jae...
- Veo que ha seguido mi consejo – dijo Su desde la puerta de entrada.
- Yo... he sido tan estúpido.

Llorando, Min se abrazó a su querido amigo para darle las gracias una vez más por haberle ayudado a encontrar el camino correcto.

- ¿Sabes que serás mi mejor amigo por siempre verdad?.
- Si... lo sé – respondió un Junsu claramente emocionado, en parte por ver feliz a su amigo, en parte por saber que no era por el. – Por favor... se feliz.

Al día siguiente, un domingo donde el sol era radiante a pesar de ser uno de los inviernos más frios, Min empezó a prepararse para encontrarse con Jae. Estaba nervioso, como un niño cuando va a la escuela por primera vez. Solo quería que los minutos pasasen para reencontrarse con el, quizás y sin ninguna duda, era uno de los momentos más esperados de su vida. Le costó incluso decidir que ponerse, todo tenía que ser perfecto, incluso en su cabeza tenía pensadas las palabras que quería decirle, aunque en el fondo supiera que cuando le viera todas se esfumarían en un momento por la emoción.

Llegaron las 10, Jae esperaba impacientemente sentado en el banco, se le hacía raro que Min no hubiera llegado aún, puesto que el era una de las personas más puntuales que había conocido. Se preguntaba si quizás es que no quisiera volver con el, pero decidió esperar. Los minutos pasaban y Min seguía sin aparecer. ¿Que es lo que pasa? Se preguntaba. No podía creer que esto estuviera pasando, que ni siquiera Min fuera a darle la oportunidad de hablar. La desesperación se volvió en enfado, no quería esperar, no quería dejar pasar la oportunidad de al menos intentarlo.

‘No puedo creer que seas así de cabezota, pero no te voy a dar la oportunidad de que dejes pasar esto’.

Se dirigió a casa de Min, estaba decidido al menos intentar darse una nueva oportunidad, no podía dejar que esta historia acabara de esa manera. Lo que no podía imaginar es que la rabia que sentía por dentro en una escaso segundo dejaría de serlo...

Llamó a la puerta, nadie le contestó, nadie le abrío. Jae sabía que Min estaba allí, era imposible que estuviera en otro sitio. La puerta estaba abierta, la abrió y gritó.

- Min, soy Jae, tenemos que hablar!

Nadie contestó, ni una palabra, ni un susurro, nada, no había nada. Tan solo silencio. Por más que lo intentaba no podía evitar sentirse rabioso de ver la actitud del que hasta hace poco era su novio. Subió las escaleras despacio, contemplando cara rincón de la casa donde todo parecía normal, tal y como lo recordaba de las veces que había estado allí. En mitad del camino encontró una chaqueta tirada, algo que realmente le extraño porque Min siempre había sido muy ordenado con sus cosas. Más adelante había una rosa tirada en el suelo con una nota que decía:

‘Perdoname, aunque me quedara un día de vida, ese día no sería vida sin tí’.

Jae sonrió, al parecer estaba equivocado. En ese momento pensó que quizás era este el motivo por el que Min no había ido, siempre le había dicho que le gustaban las sorpresas inesperadas. Siguió caminando despacio, ahora estaba nervioso, más nervioso que nunca. Abrió la puerta, una puerta que cambiaría el rumbo de las cosas por completo. Su sonrisa se desquebrajó en un segundo. Atónito contempló una imagen que desbordo su alma por completo, la imagen de la sangre, la imagen de Min inconsciente sobre el suelo...

- Min... Min, MIN!

Si el dolor tuviera un nombre, sería desolación. Si el dolor tuviera imagen, sería la de tu amado derrotado frente a tus ojos.





………………………….





Cogído de su mano, tan solo permaneciendo a su lado, Jae esperaba a que Min se despertara. Aún se repetía en su cabeza todo como si hubiera sido tan solo unos minutos atrás, la escena de su amado tirado en el suelo envuelto en sangre. Una y otra vez se reprochaba haber sido injusto con sus pensamientos antes de descubrirle asi, una imagen que jamás podría olvidar, envuelta en una desesperación grandiosa por no saber como actuar. Aunque para su suerte, Su apareció justo instantes después y pudieron trasladarlo al hospital en pocos minutos.
Durante esos 3 días que pasaron el médico de Min les informó que lo que se temían ya había llegado, su enfermedad ya estaba avanzada, en su punto final y ahora solo queda disfrutar de los últimos momentos que el joven pudiera aguantar.

- Jae... – dijo Min apenas con una bocanada de aire.
- Por fin, mi amor, por fin te has despertado – respondió Jae.
- Perdóname...
- Shhh, no digas nada.

Abrazados, Jae intentaba fingir que nada pasaba, solo quería disfrutar de ese momento junto a su novio, ya era inevitable lo que estaba por llegar, solo les quedaba aprovechar cada segundo que tuviera juntos.

Tras unos días de descanso, Min estaba preparado para dejar el hospital. Tanto el como su médico habían decidido que ya no era necesario seguir con la medicación. La verdad es que a pesar de todo radiaba una vitalidad increible, en parte porque ya no le importaba nada de lo que pasara, sabía que estaba con la persona a la que más quería, sabía que su mejor amigo seguía a su lado así como había echo siempre y ya no dependia de horarios ni nada por el estilo. A partir de ese momento tan solo le quedaba disfrutar de cada segundo siendo lo más feliz posible.

Esa misma tarde los tres decidieron ir al parque de picnic, había un paisaje hermoso, la primavera llegó y los cerezos estaba mas radiantes que nunca. Esbozando una sonrisa Min dijo:

- Es increible como este sitio ha cambiado nuestra vida, ¿verdad Jae?.
- Si, en tan solo un instante.
- Ohhhh – interrupió Su – si es que soys románticos hasta para elegir el sitio donde conoceros.
- Envidia que tienes – dijo Min con tono malicioso.

La verdad es que en el fondo, Su si que sentía envidia, pero aún así el era feliz tal y como estaban las cosas.

- Envidia de queeee... que quieres que te diga pero yo soy más original que tu, para que lo sepas.
- Pero que par de locos – dijo Jae riendose a carcajadas – Soys como dos hermanitos pequeños, a ver si maduramos un poquito ehh que ya es hora.
- Hablo el sabío! – gritaron a la vez Min y Su.

Los tres amigos se echaron a reir. Instantes después Min contempó el cielo, un cielo azul brillante, sonreía mientras miraba a su novio y a su amigo, porque simplemente estaba disfrutando del momento. Se había dado cuenta de que no importaba cuanto tiempo de vida tuvieran las personas, sino de disfrutar al máximo cada segundo de felicidad que vivieran, al fin y al cabo ¿acaso hay otra cosa más importante que los buenos momentos?.

A pesar de su mal estado, siempre sacaba fuerzas de donde fuera para hacer algo diferente. Había dias que simplemente disfrutaban de una película en casa, otros salían a pasear, las muetras de amor eran constantes, noches de dulce amor, noches durmiendo abrazados, desayunos juntos... Ese era el mejor día a día que pudieran tener.

- Me alegra verte así de apacible – dijo Su a Min mientras desayunaban un día cualquiera.
- ¿Que se supone que tengo que hacer? ¿Deprimirme y hundirme? No, ya decidí que no iba a vivir más así y menos ahora que...
- Lo sé, no lo digas, lo sé. Tú solo no te preocupes por lo que tenga que venir, me tienes a mí y tienes a Jae, creéme eso es lo más importante.
- Gracias.
- ¿Sabes que eres la persona más importante en mí vida no? – se atrevió a decir Su.
- Vaya, yo pense que era tu peluquero, porque mira que no puedes vivir sin el jaja. Es broma, lo sé.
- Incluso con tus bromas pesadas siempre seguiras siendo el único.

Con una sonrisa y mirada complices los amigos siguieron desayunando antes de que Min se preparara para ir a casa de Jae. Se sentía un poco nervioso porque intuía que su novio le tenía preparada alguna sorpresa para ese día, ya que hacía justo 6 meses que estos se habían conocído, en una noche lluviosa donde mientras el lloraba jamás penso encontrar al amor de su vida. Pocas horas después y tan puntual como siempre Min llamo a la puerta de la casa de su amado.

- Hola – esbozó con una gran sonrisa. – Creo que te pillé en mal momento.
- Digamos que he tenido un pequeño problema en la cocina. – respondió Jae – Aunque nada que no pueda solucionar.
- Anda cocinero experto dejame echarte una mano.

Mientras preparaban un pequeño pastel incluso en el silencio había algo melódico, como si se susurran palabras al oído, su complicidad era más que evidente.

- Tienes harina ahí Jae.
- ¿Donde?.
- Aquí.

Con un dulce beso Min se fundió en los labios de Jae y tras ese momento sus brazos rodearon su cintura por la espalda. Cogiendo su mano con dulzura lo llevó hacía su cálida habitación. Una romántica melódia de caricias atravesaban el cuerpo de ambos, labios sobre la piel, manos sobre la cara, sollozos que suspiraban de lo más profundo de sus almas. Gestos de complicidad que se unían al plácer, sonrisas y susurros que marcaban el principio de su paraíso. La escena más romántica dentro de su pequeño universo, en el que solo existían los dos, dos cuerpos que al final se fundieron en uno. Al final en un cálido abrazo Min observaba como Jae se había dormido derrotado por el cansancio, a pesar de que el tambien lo estaba, solo quería permanecer mirando, observando, acariciando y besando a la otra parte de su ser... hasta que finalmente sus ojos se cerraron para así poder dormír junto a su amado.

Ya de noche los dos decidieron bajar a cenar y después de haber teminado su postre, tumbados en el sofá se abrazaron.

- Ojalá pudieramos quedarnos así para siempre – dijo Jae.
- Siempre estaremos así, siempre vas a sentir mi abrazo, mi sonrisa, mi caricia, mis besos, siempre me vas a sentir a mí.
- Pero nada será igual.
- Todo será como tu corazón lo sienta, no tienes que preocuparte por nada más.
- Cuando hablas así siento que el tiempo se detiene, que nada va a pasar, que solo estamos tú y yo, que siempre seremos tú y yo – decía Jae con palabras entrecortadas.

Poco a poco con el paso de los días, la luz de Min iba a apagandose poco a poco, el cansancio en su rostro ya era más que notable. Incluso muchas mañanas le costaba levantarse y casi siempre tenía que pedír ayuda a Su en tareas que antes hacía perfecamente solo. Se intuía en el ambiente que el final estaba cerca. Hasta ese momento los tres habían intentado disfrutar del día a día lo máximo que fuera posible, miles de momentos felices quedaron grabados en sus corazones y casi ni se permitían pensar en lo que estaba por ocurrir, simplemente aceptaban todo de la manera que viniese. En muchas ocasiones Su no había podido evitar decir ciertas palabras a Min como si se estuviera despidiendo de el, momentos de lágrimas en los que Min le recordaba que a pesar de todo jamás iba a desaparecer de su corazón y le decía que siempre iba a estar orgulloso de todo lo que le había entregado en su vida, pero sobre todo que jamás quería que su amigo perdiera esa sonrisa que siempre le caracterizó.

- No la borres nunca – eso es lo que siempre le decía Min.
- Por tí.. por tí mantendré esto, siempre me verás sonreir estes donde estes.

Últimos momentos en los que siempre tenemos que quedarnos con lo mejor de la vida, lo que hemos disfrutado, las alegría así como las tristezas que hemos vivido. Jae tenía claro que ese tenía que ser su pensamiento mientras acompañaba a Min en su cama. Abrazado a el sintiendo su respiración, se veía calmado y apacible, se veía feliz a pesar de todo.

- Jae.
- ¿Qué?
- ¿Te acuerdas lo que te dije aquella noche?
- Si, que pasara lo que pasara siempre estarías a mi lado.
- Te acuerdas – Min en ese momento le sonrió calmado – No tienes que pensar en nada más entonces. Hay almas que estan predestinadas a encontrarse, pero sobre todo hay almas que estan predestinadas a estar juntas para siempre. Te quiero...
- Te quiero...

Con lágrimas cayendo de sus ojos sabía que el final había llegado, ya no sentía la respiración de Min sobre su negro cabello, ya no sentía su fuerte mano sobre la suya. Allí quedó un cuerpo vació, un alma que poco a poco fue desvaneciendose. Era un día normal donde el destino decidió poner final al sufrimiento, para que libre pudiera ir a disfrutar de su libertad. Sin acerse a la idea Jae siguió al lado de su amado, siguió contemplando su rostro, siguió contemplando su ser, no quería sentir como definitivamente se separaban, solo quería sentirse a su lado aunque ya no hubiera luz dentro de ese cuerpo... que poco a poco, fue apagandose.

Pasaron minutos, en los que decidió llamar a Su, este en el momento que escucho a Jae supo lo que había pasado. Los dos amigos habían perdido a la persona más importante de su vida. Ambos pensaban que querían estar en ese lugar, porque no entendían como una flor tan dulce y hermosa podía haberse marchitado y desvanecido de esa manera. Pero al final todo es inevitable, las pérdidas forman parte de la vida y ambos tenían que recordar que habían tenido lo más maravilloso del mundo...

Ahora de verdad sabían que si hubieran vivido sin conocer a Min, sus vidas jamás habrían sido las mismas.





……………………………….





Sentado en aquél banco, donde todo había empezado, el mar estaba en calma, el cielo estaba más azul y brillante que nunca pero no era la misma sintonía ni la misma tranquilidad que Jae sentía en su interior. Habían pasado 2 meses desde la pérdida de Min y aún así todos los días había algo que le recordaba a él. De todos los lugares donde habían estado sin duda ese parque con vistas al mar era el más especial para ambos. A pesar de todo, no sentía ningún arrepentimiento de haber vivido la época más feliz de su vida; solo que día a día se preguntaba porque esa historia no había podido durar para siempre. Días atrás fué a recoger los pocos recuerdos materiales que quedaban de Min en su casa, Junsu había decidido marcharse a otra ciudad para intentar empezar una nueva vida y la casa estaba practicamente vacía. Dentro de lo que cabe Junsu estaba bien, se comunicaba a menudo con Jae para saber como estaba, de vez en cuando quedaban para tomar un café en la nueva casa de Su y recordaban cosas del pasado. Para los dos estaba siendo duro todo lo que estaba pasando, pero intentaban apoyarse mutuamente.

Ese mismo fin de semana Jae fué de nuevo a visitar a Su, tambien quería entregarle unas cosas de Min que se había dejado. Con un fuerte abrazo se saludaron mutuamente y ya en casa de Su se preparaban para pasar otro insignificante fin de semana, porque así eran desde que Min ya no estaba.

- He traido unas cosas que quedaban en la casa, creo que deberías de tenerlas tu. – dijo Jae.
- No se si podré quedarmelas, cada cosa suya es un recuerdo y...
- Tengas esto o no en tu mente va a estar cada segundo presente, yo me lo quedaría es una manera de tener a Min más cerca tambien.
- Vale, esta bien puedes dejarlo allí – sonrió Junsu. Es raro vivir en esta casa, es raro no tener su presencia cerca.
- Lo sé, pero en mi mente no paro de repetirme lo que me dijo aquél día. Que fuese donde fuese siempre iba a estar con nosotros. Solo tienes que recordarlo.

Al día siguiente los amigos se despidieron, Jae sabía perfectamente que Junsu quería a Min tanto como el aunque este no le hubiera contado nada, pero cada vez que le escuchaba o le miraba sentía la misma expresión que el mismo tenía cuando recordaba a su amado. Jae decidió comenzar a trabajar mientras estudiaba, quizás así emplearía su tiempo en algo más constructivo y pensaría menos. Aún así cuando iba de camino a casa era inevitable cruzar ese parque, ese karaoke entre otros sitios, donde entre risas recordaba lo mal que cantaba su novio y como este siempre le decía ‘No tiene gracia! Cantar no es uno de mis talentos, pero por ti lo que sea...’, todo estaba impregnado de la sonrisa de Min y eso era algo que le alegraba a la vez que le partía el alma por no poder contemplarla a su lado. Incluso en sus sueños... siempre le tenía presente.

- Min no quiero que te vayas...
- Nunca voy a dejarte, abrázame, tan solo quiero abrazarte.
- Ojalá esto fuera real, ojalá...

Día tras día el mismo sueño; por encima de todo no se resignaba a vivir el resto de su vida sin Min, le faltaba la mitad de su alma y a pesar de que su familia y sus amigos intentaban animarle, esto era practicamente imposible.

- Jae, a Min no le gustaría que estuviese así, acuerdate que a pesar de todo el siempre sonreía.
- Pero mamá siento que sin el no me queda nada por lo que continuar mi camino.
- No digas eso... tarde o temprano volverás a sentirle más cerca de lo que tu te crees, además tu corazón va a estar con el para siempre, si quieres a alquien de la manera que tu le has querido a el siempre estará ahi.
- Le he querido, le quiero y le querré, a cada segundo lo siento a mi lado, pero no es lo mismo que tener su presencia – dijo Jae casi jadeando a su madre.
- Pon tu mano en el corazón y dime lo que sientes.
- Le siento a él.
- Pues eso es lo más imporante. Tu lo sientes y nadíe jamás podra quitarte eso.

Con esa sonrisa de su madre había conseguido que su corazón se sintiera algo más calmado, teniendo el apoyo de sus amigos, familia y sobre todo de Junsu, que se había convertido en algo más que un amigo para el poco a poco estaba consiguiendo superar el día a día. Nadie podría quitarle esa pérdida, pero quería intentar afrontarla y seguir adelante, seguir sonriendo como lo hacía cuando estaba con Min para que este, estuviera donde estuviese se sintiera orgulloso. Crecer como persona era lo más importante que quizás le quedaba en esos momentos, la vida se basa según las experiencias que se viven y el más que nadie lo sabía. Seguir adelante e intentar construir un futuro era lo que ahora le tocaba intentar, quizás en elgún momento como su madre le había dicho, volvieran a estar juntos. Al fin y al cabo tenía que vivir. La verdad de esta historia es que nadie jamás podrían quitarles lo que habían vivido, las noches de amor y los días de felicidad marcaron la existencia de estas dos personas pero tambien, la de todos los que vivían a su alrededor.

Nunca antes un amor había sido tan grande.
_________

‘Hay almas que estan predestinadas a encontrarse, pero sobre todo hay almas que estan predestinadas a estar juntas para siempre...’

Quizás en otro tiempo, quizás en otro lugar, quizás en otro momento... la vida por alguna razón a veces decide dar segundas oportunidades.

A lo lejos pudo apreciar como una sombra estaba sentada sobre ese banco, era de noche y de nuevo llovia pero la luna era tan radiante que ninguna luz podía iluminar más aquel lugar. Su pelo negro mojado dejaba caer gotas de lluvia sobre su rostro, sonriendo mientras caminaba se acercó hacía aquel banco para después sentarse con él, con su amado, al que tanto había esperado y al que nunca dejó de querer. Abrazados posó su cabeza sobre el hombro de Min, mientras escuchaba sus dulces palabras.

- Es curioso como la vida toma caminos distintos que al final vuelve a reunir – dijo el. Te dije que jamás me iba a ir de tu lado, que siempre iba a estar contigo, que nuestras almas se volverían a encontrar. Tu eres mi memoria, eres mi alma, eres mi corazón, eres mi vida, lo eres todo...

Esta vez no había ningún temor por lo que pasaría en el futuro, estaba vez el nuevo encuentro era un momento de felicidad, no había miedos, no había nada que impidiera que vivieran ese momento como si de un nuevo amor se tratara, un amor joven que estaba por florecer para madurar en un futuro, un futuro que traería sorpresas pero al final, un futuro que iban a vivir juntos. Mirando al horizonte, al mar calmado que hacía sintonía con el oscuro cielo seguían uno al lado del otro, sin hablar, simplemente escuchando la brisa del aire, dejando que la lluvia dibujara una silueta que se unía entre los dos.

Min se levantó y prestó su mano a Jae, mientres este miraba radiante la dulce sonrisa de Min, una sonrisa que creía olvidada pero que se daba cuenta que jamás había dejado de contemplar y apreciar.

- ¿Nos vamos?
- Si, vamonos.

Las experiencias de la vida son aquellas que hacen construir nuestros propios caminos, para bien o para mal hay un rumbo que se debe de seguir, a pesar de todo, ellos habían conseguido que su amor perdurara más que cualquier vida o cualquier tiempo. Sus lágrimas caídas se secaron para dar paso a las sonrisas, el futuro era incierto, pero sabían que era un futuro que afrontarían juntos, cada día y cada noche, cogidos de la mano, fuera donde fuese, cuando abrieran y cerraran los ojos verían su amor con explendor... sentimientos, una vida, un amor...

Una historia que volvía a comenzar.







FÍN.


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