viernes, 11 de diciembre de 2009

Lágrimas






Titulo: Lágrimas
Autoras: nïn@ y Neferet
Extencion: Oneshot
Parejas: JaeSu
Género: Slash




Junsu volvió a dejar caer su espalda contra la cama, fijando la mirada en ese punto indefinido del techo y suspirando casi sin darse cuenta.
Ni siquiera sabía porque seguía escuchando aquella canción una y otra vez, esa melodía que no era mejor que la del resto de sus singles, esa letra que como el resto de sus temas, hablaba de amor.
Porque en el fondo, eso era lo que vendían. Amor e ilusión.
Pero por algún extraño motivo, en cuanto Yunho había llegado dos noches atrás con una copia de su nuevo single, ese que presentarían en el próximo concierto, y lo había puesto en el ordenador para que todos lo escucharan, su corazón había latido deprisa y su pecho se había oprimido.
Y ya no había podido dejar de escucharla. Se dormía con el ipod encendido en modo de repetición y sólo necesitaba buscar los auriculares desparramados por su cama al despertarse, para volver a llevárselos a sus oídos adentrándose en la música.
Y sinceramente, odiaba sentirse así. Odiaba depender de un sentimiento que ni siquiera sabía si era real. De algo que no era más que un conjunto de frases bonitas que de un modo extraño, tomaban un sentido para él. Tanto que asustaba.
Y a pesar de eso, sentía aquella sensación cálida envolverlo cuando se dejaba llevar por esas palabras de amor y de pérdida; aquellas ganas de vivir y enamorarse así; quizás era por eso precisamente, que sentía tanto miedo.
Sonrió al recordar que no era otro que Jaejoong quién había escrito aquello que ahora le hacía cerrar los ojos embelesado y una vez más, no pudo evitar preguntarse quién sería la destinataria de todos esos sentimientos, si habría ido a verla después de componer aquello con una sonrisa resplandeciente de enamorado; si ella le habría llenado de besos de agradecimiento, si él le habría cantado al oído; si habrían cenado entre miradas de embobados; si habrían hecho el amor después… La canción terminó y, por primera vez en dos días, Junsu apagó el ipod con el ceño fruncido.

Jaejoong cerró los ojos dejándose llevar una vez más por aquella canción que salía de sus auriculares. Cada nota, cada palabra, había sido escrita por él unos meses atrás y nunca había pensado que llegara a parar a uno de sus singles.
Canturreó en voz baja una parte de la letra y suspiró abriendo los ojos nuevamente. Se apoyó en la ventana y miró hacia al horizonte de Seúl, que se extendía llena de vida. Le hubiera gustado que aquella canción estuviera dirigida a otra persona, así todo sería mucho más fácil. Pero… ¿por qué sus sentimientos le traicionaban una tras otra vez y no podía evitarlo?
La canción terminó suavemente y volvió a comenzar.f
Y lo peor no era eso. No tenía agallas para confesarle lo que sentía. Sería rechazado, humillado, y jamás podría mirarle a la cara de nuevo. A esa cara de niño inocente, a la sonrisa que le dedicaba siempre y que le rompía por dentro cada vez un poco más. Tantos años viviendo juntos y no se había dado cuenta de que sus sentimientos eran más profundos que una simple amistad. Tuvo que venir otra persona para sacarle de aquella ceguera y destruir en mil pedazos un posible futuro lleno de felicidad. Ya no pensaba en el futuro, le daba mucho miedo.
Se dirigió al sofá y se dejó caer. Se llevó una mano a la cara y se quitó un momento los cascos para escuchar cualquier ruido que pudiera provenir de la presencia de Junsu en la casa. Nada. “Se habrá quedado dormido…”, pensó Jaejoong. Sonrió dulcemente y volvió a escuchar la canción que secretamente le había dedicado.
Los recuerdos comenzaron a invadirle. Ya no se encontraba en aquel salón de su apartamento. La música le había transportado a unos meses atrás. Recordaba las palmeras, el cielo brillante de Los Ángeles, las fans gritando emocionadas al verles en América para la Hollywood Bowl. Podía vislumbrar a Junsu y su felicidad al estar con los compañeros de SM juntos para participar en el concierto. Y podía acordarse de ella.

Taeyeon. Ella había sido quien había convertido aquellos días en una pesadilla, y los meses posteriores en un infierno. Jaejoong estaba seguro que nunca, jamás, podría olvidar el momento en el que las manos de Junsu y Taeyeon se entrelazaron por unos segundos, las miradas coquetas que le lanzaba la chica o los paseos a solas que disfrutaron.
La desesperación le sumió en una profunda tristeza y su modo de ver a Junsu cambió por completo. Ya no era aquel pequeño delfín del que se burlaba en broma. Ahora se había convertido en el chico que le atraía irremediablemente, el que anulaba sus sentidos y jugaba con sus sentimientos. ¿Por qué no se daba cuenta de que Jae estaría siempre para él? Junsu nunca les comentó nada y Jaejoong utilizó eso como coraza, para defenderse de aquellos ataques de celos que corrían por su sangre.
La voz aguda de Junsu le sacó de sus pensamientos. Abrió los ojos sobresaltado y se quitó los cascos de inmediato.
- ¿Estás bien? –preguntó Junsu.- ¿Estás poniéndote enfermo? Tienes mala cara.
El chico extendió su mano para tocar la cara pálida de Jae, pero éste se apartó bruscamente antes de que se produjera algún contacto entre ellos y se levantó de un salto.
- Déjame, estoy bien. –dijo dándose la vuelta y alejándose.
- ¿Qué te pasa conmigo? ¿Por qué me tratas así? –inquirió Junsu levantando la voz. Estaba harto de que Jae se comportara tan brusco con él sin razón aparente. Y, más que harto, le hacía daño.
No obtuvo respuesta. Jaejoong se puso el abrigo, cogió las llaves del coche y se marchó de la casa dando un portazo. Junsu ni siquiera pudo preguntarle a donde iba, y no tuvo el valor de pararle. ¿Había hecho algo mal? Se dirigió donde había estado tumbado su compañero hacía tan solo unos minutos y se tumbó, luchando por no caer en la desesperación.

Jaejoong conducía a toda velocidad. Se culpaba por haber contestado así a Junsu, pero últimamente se había convertido en un acto reflejo. Quería ocultar cualquier indicio de sus sentimientos y hacerle daño era la única manera de alejarle de él.
Un coche tocó el claxon a su lado y él miró molesto. El propietario del otro coche enmudeció al ver que se trataba de Kim Jaejoong de TVXQ, pero para cuando pudo reaccionar, el cantante ya se había alejado con su último modelo de la mejor marca del mercado.
Aparcó en un lugar privilegiado al lado de la discoteca de moda y entró por la puerta trasera tal y como acostumbraba a hacer por ser cliente especial. Dentro, los flashes le cegaron por un momento y la música tan alta le hizo perder el conocimiento de quien era. Se sintió seguro y se dirigió a la sala que tenían reservada para los mejores clientes. Al llegar vislumbró a una figura sentada en uno de los sofás. Era una mujer que bebía una copa mirando a la gente bailar tras la cristalera.
- Hola, Jae. –dijo ella. Se levantó elegantemente y se acercó a él con una sonrisa coqueta.- No sabía que vendrías hoy.
- Jessica. –respondió forzando una sonrisa. Quería estar solo.- No tenía otra cosa que hacer. Cuánto tiempo.
- He escuchado la canción que has compuesto y escrito. –dijo Jessica esperando alguna reacción por parte de él. Quería saber si esa composición era para ella, ya que estaba segura que Jae sentía algo. Qué equivocada estaba. – Es muy buena.
Jaejoong asintió incómodamente y Jessica amplió su sonrisa. El chico comenzó a pensar que no había sido una buena idea ir allí y que en ese momento podría estar a solas con quien deseaba quedarse. Ya no tenía opción.
Un momento después estaban los dos sentados con una copa en la mano charlando de ningún tema en concreto. Eso fue suficiente para que un nuevo rumor comenzara a surgir sobre ellos.

Cerró los ojos con fuerza al escuchar la puerta de la entrada abrirse y se tumbó en el sofá fingiendo estar dormido.
No quería verlo. Ni siquiera tenía ganas de escuchar sus pasos inseguros de borracho por la sala, aunque no pudiera hacer nada contra eso.
Desde el portátil que descansaba en la mesilla del comedor brillaba aquella foto de la que no había podido apartar la mirada en las últimas dos horas.
Jaejoong. Jaejoong y Jessica. En una de esas actitudes que ya había despertado mil rumores entre las fans que pasaban las noches buscando fotos sobre ellos.
Y maldijo el momento en abrió el portátil creyendo que así se sentiría menos solo; menos abandonado.
Apretó los puños con furia y los dientes para evitar gritar.
-¿Junsu?- Notó como el mayor se acercaba y esa fuerte hedor a alcohol inundaba sus sentidos, y quiso golpearlo; pero se mantuvo inmóvil, luchando por no llorar de rabia.
Y lo peor era, que ni siquiera sabía por qué le dolían tanto aquellas imágenes. Jaejoong no era conocido precisamente por su castidad, había tenido novias y amantes por doquier y aquello nunca le había molestado; quizás porque sabía que después volvería a casa con una sonrisa, dispuesto a cocinar algo delicioso y a bromear con él. O quizás fuera aquella canción que lo había cambiado todo.
-Junsu… Te vas a resfriar- Enterró un poco más la cabeza en el resposabrazos del sofá al darse cuenta de que incluso bebido, Jaejoong seguía preocupándose por todos.
Lo ignoró. Lo ignoró con todas sus fuerzas, pero cuando sintió como se sentaba encima de su estómago haciéndole cosquillas torpes por la borrachera no pudo evitar apartarlo de un empujón y levantarse dándole la espalda, dispuesto a irse a dormir sin siquiera dirigirle la palabra.
La sonrisa boba de Jae se borró al instante, sustituyéndose por esa expresión llena de decepción y tristeza.
-Junsu ah… No te enfades- Susurró abrazando al pequeño por la espalda y apoyando la barbilla en su hombro con ese puchero que Junsu no atinó a ver.
-¡¿Por qué no vas a abrazar a tu novia eh?!- Gritó, deshaciéndose de los brazos de Jaejoong fuera de sí y observándolo irritado.
Aquello cayó como un jarrón de agua fría sobre el mayor, que no lograba establecer las conexiones neuronales necesarias para entenderlo y se quedó allí, mirándolo desamparado y fuera de lugar, con aquella mueca de incomprensión.
-¿Novia?- Preguntó al final con suavidad. Junsu se mordió el labio inferior con un poco de duda por primera vez en la noche, sin embargo, el dolor seguía demasiado presente, oprimiéndole el pecho, impidiéndole respirar con normalidad.
-Jessica, Jae. Jessica. Podrías haber pensado un poco en el grupo- Murmuró esta vez con fingida frialdad; mirándole a los ojos, intentando parecer solamente un compañero decepcionado y fue eso, mucho más que los gritos, lo que logró sacar a Jaejoong de sus casillas. Esa mirada de indiferencia que se le había clavado en las entrañas.
-¡¿Pensaste en nosotros cuando te tiraste a Taeyeon?! ¡¿Eh?!- Gritó perdiendo los papeles por primera, vez; sintiendo como sus sentidos todavía se encontraban enturbiados por todas esas copas a las que Jessica no había dejado de invitarle y sólo pudo darle un golpe en el hombro cuando se dirigió a su cuarto sin mirar atrás; dejando en la sala a un Junsu lloroso y herido, porque aquello había sido mucho peor que una confirmación.

Jaejoong emitió un quejido y volvió a cerrar los ojos, cegado por la luz que provenía de la ventana. Escondió su cara en la almohada deseando volver a dormirse, pero la imagen de la cara herida de Junsu estaba clavada en su mente y no podía deshacerse de ella. Se levantó de inmediato sin saber si quería verle o evitarle. Se duchó y se vistió en el menor tiempo posible y se dirigió a la cocina intentando que la preocupación no se mostrara en su rostro. Escuchó ruido y deseó que fuera Yunho o cualquiera de los demás quien estuviera desayunando. Sería demasiada casualidad que fuera Junsu de nuevo.
Pero algo le hizo no sorprenderse cuando observó a Junsu abrir los cajones para prepararse unos cereales. Jaejoong se quedó parado sin saber bien que decir y Junsu, que estaba agachado, se levantó lentamente mientras le miraba fijamente a los ojos y se marchó sin decir una palabra. No le miró siquiera cuando pasó por su lado y cerró la puerta de la cocina, dejando el desayuno sin probar. Un sentimiento de horrible culpabilidad se anidó en el pecho de Jae, que quería decirle algo, aunque fuera una tontería, pero tenía la garganta seca.
- Jun… Junsu… -balbuceó débilmente mientras escuchaba como el menor se marchaba a su cuarto.

Cerró la puerta de su habitación con un golpe seco y encendió la play station casi instintivamente, consciente de que sólo aquello podría hacerle apartar la mente unos segundos de esos ojos oscuros que lo miraban arrepentidos y dolidos al mismo tiempo, enmarcados por esas ojeras oscuras de haber descansado mal y ese rostro resacoso que le recordaba inevitablemente lo que había ocurrido la noche anterior.
Y no podía negar que incluso así todas sus facciones seguían poseyendo aquella armonía que le hacía brillar con luz propia. Porque Jaejoong era así; no importaba que fuera despeinado, desmaquillado, con ropa vieja o que acabara de vivir la noche más movida de toda su vida. Él simplemente estaba perfecto.
Y por primera vez no lo envidió. Por primera vez en seis años no pensó aquello de “ojala pudiera ser como Jaejoong” por primera vez en seis años, lo único que quiso, fue “poder estar con Jaejoong”.
Resopló dándose cuenta tarde del camino espinoso donde acababa de meterse, pero simplemente ya no podía volver atrás; todos aquellos sentimientos se habían ido clavando en él hasta quedar tan impregnados que ya formaban parte de sí mismo.
Gruñó bajito y se obligó a concentrarse en los coches que no dejaban de adelantarle en aquella carrera que se veía desde la pantalla plana colgada en la pared de su habitación.
Sería su primera derrota como no espabilara, pero sus dedos se movían torpes igual que su mente; nada funcionaba como debía.
Y como si fuera una señal; la puerta se abrió, dejando entrar a ese chico de ojos oscuros y facciones perfectas, que lo miraba arrepentido detrás de una bandeja llena de comida.

- Te traigo el desayuno… -dijo Jaejoong suavemente volviendo a clavar los ojos en la bandeja. Por alguna extraña razón no se atrevía a enfrentar su mirada con la de Junsu, que le observaba entre curioso y conmovido.
Era extraño que se sintiera así. Ya habían discutido más veces, sin embargo en ese momento sentía una amargura que no podía descifrar. Como si de verdad hubiera abierto su mundo y hubiera sido totalmente sincero. Había hablado con su corazón y no con su cabeza como acostumbraba a hacer y tenía miedo de que Junsu pudiera sospechar algo.
Al no escuchar ninguna respuesta por parte de Junsu levantó la mirada y se dirigió a su mesa, donde dejó el desayuno que había preparado sólo para él. Después, se dio la vuelta y, silenciosamente, se dirigió a la puerta para marcharse. No esperaba respuesta por parte de Junsu, sabía que le había hecho daño y se merecía el silencio que él le regalaba.
- Hyung… -llamó Junsu en voz baja. Había dejado de jugar y la habitación esta en completo silencio. Jae se dio la vuelta para mirarle sorprendido.- ¿Quieres quedarte un rato?
Un suspiro imperceptible escapó de los labios perfectos que Junsu observaba anhelante. Una pequeña sonrisa se dibujó en la cara de Jae, que se sentó a su lado sin hacer ningún ruido.
- Sobre lo de ayer… -comenzó Jaejoong. No encontraba las palabras; ambos se habían herido sin saber por qué o, lo que era peor, los dos conocían perfectamente la razón pero no podían admitirlo.- yo…
- ¿El qué de ayer? No lo recuerdo. –cortó Junsu dándole un mando para jugar al videojuego. Jaejoong se rió sorprendido y el pequeño sonrió volviendo a comenzar el juego.
- Esta vez voy a ganarte. –dijo Jaejoong concentrado en la pantalla. Por un momento se habían olvidado de los demás y sólo estaban ellos dos en el mundo.
- Ni lo sueñes.
La risa de Junsu y los esfuerzos de Jaejoong por mantener el ritmo en el juego hicieron que cualquier tensión anterior se perdiera en el pasado.



Sin darse cuenta la oscuridad había ido colándose por la ventana de su habitación; llenándolo todo de sombras y provocando que poco a poco tuviera que ir acercándose a la libreta donde había estado escribiendo durante toda la tarde.
Había querido escribir una canción; plasmar todo lo que sentía con versos que rimaran, usar palabras bonitas que pudieran ganarse los elogios de sus compañeros; e incluso terminar en alguno de sus discos, como había ocurrido con la canción de Jaejoong, pero tras varios intentos frustrados, sólo había sido capaz de escribir una declaración de amor con palabras torpes, una carta llena de todas las verdades que no se atrevía a confesarle a su compañero.
Suspiró doblándola por la mitad, y dejándola dentro del cajón de su escritorio; imaginando que diría Jaejoong si alguna vez llegara a enterarse de la verdad y tembló al percatarse de que probablemente, aquello mataría su relación tal y como había sido hasta entonces.
Jaejoong, que siempre se burlaba de todos, no haría una excepción con él. Jaejoong, el carismático, perfecto y egocéntrico Jaejoong.
Inspiró profundamente, tratando de alejar todo el dolor de su mente, el miedo y la ansiedad; concentrándose sólo en la leve música que le llegaba desde la sala de estar; cerró los ojos perdiéndose en esa melodía dulce y triste, en esas notas que llenaban todos sus sentidos, que lo habían transformado todo; que le habían obligado, por fin, a percatarse de la realidad.
Y casi inconscientemente se levantó del escritorio dejándose guiar por las notas que le llegaban del comedor, donde el contraste de luz le hizo entrecerrar unos segundos los ojos.

Se los frotó antes de abrirlos con lentitud; encontrándose con una imagen que le hizo temblar.
Se llevó la mano a los labios para ahogar todos los sonidos que pugnaban por salir de sus labios y sólo se quedó allí de pie, observándolo en silencio, aguantándose las lágrimas y sintiendo como su estómago se contraía, de nervios, de miedo, de emoción, de amor.
Aquella espalda delgada cubierta con la camiseta de marca que había usado para entrenar; aquel pelo oscuro tan ordenado, sin que nadie hubiera tenido que peinarlo.
Y la suave voz, aquella voz baja y cálida que no había podido escuchar desde la habitación, pero que ahora retumbaba en sus oídos, llenándolo de bienestar, provocando que sus ojos se cerraran de nuevo y su propia voz comenzara a entonar notas desde su garganta; fundiéndose con la del mayor; creando esa magia que no tenia nada que ver con la técnica o la amplia experiencia que ambos tenían tras sus espaldas.

Jaejoong acariciaba las teclas del piano con lentitud. Su garganta entonaba aquella letra que tanto le hacía flaquear y ser fuerte al mismo tiempo. Cerró los ojos al escuchar la dulce voz de Junsu acompañar a su voz y sonrió dulcemente deseando que se acercara a él. Podía sentir como su alma buscaba a la de Junsu, como aquella música les había unido y nada podría separarlos. No había barreras, no había miedos. No existía un fin. Y Jaejoong deseaba que aquel momento no terminara nunca. Tenían voces tan diferentes, tan opuestas… y a la vez se complementaban tan bien… Si esa era la verdadera felicidad, deseaba quedarse así por siempre.
Abrió los ojos llegando al momento clave de la canción y se perdió en la figura de Junsu rodeada por las sombras del pasillo. Parecía tan débil, tan indefenso, tan sensible. Quería levantarse y susurrarle que podría entregarle todo su mundo para que nunca se marchara de su lado. Pero permaneció sentado en la banqueta del piano; sus dedos deslizándose ahora veloces por las teclas y su voz luchando por no romperse de amor y felicidad.

Y de repente, sin haberse percatado siquiera de haber vuelto a abrir los ojos, la mirada de Junsu se encontró conectada con la del mayor; que le sonreía sorprendido desde la banqueta del piano; con esa expresión que sólo le llamaba a acercarse un poco más; a acariciar esa piel pálida, a quedarse cerca, lo suficientemente cerca como para poder sentir su olor, sentirse envuelto en Jaejoong.

El mayor le hizo sitio en aquella banqueta sin perder la concentración en la música. Junsu no dejaba de cantar suavemente la melodía de la que se había convertido en su canción. La canción de los dos. A Jaejoong ya no le importaba no tener el corazón de Junsu, sólo quería disfrutar de aquel momento junto a él. Se dio cuenta de que sus sentimientos eran mucho más fuertes de lo que había pensado y que sería capaz de dejarlo todo por aquel chico de sonrisa inocente. Escuchó la voz de Junsu disminuir el volumen hasta acabar en un suspiro que le erizó la piel. Estaba tan cerca de él que con solo mover unos centímetros su cara, hubiera besado los labios de un Junsu con los ojos cerrados. Pero eso no es lo que debía hacer.
Terminó la canción con una nota que dejó eco en el silencio de la habitación. Junsu abrió los ojos brillantes y le miró casi con adoración. Se perdió en aquellos ojos grandes y oscuros de su hyung y desvió la vista, incómodo, como si el otro pudiera ver más allá de él y descubrir todos sus secretos. Jaejoong apartó la vista también, sintiendo un nudo en la garganta y un ligero rubor en su piel pálida.
- Ésta es mi canción favorita. –dijo Junsu tras unos segundos de silencio. Notaba como le costaba trabajo que su voz saliera normalmente. Jaejoong le miró sorprendido con una sonrisa.
- Gracias, Junsu.
Si supiera a quien estaba dirigida la canción… ¿Quizás era posible que lo supiera?
- La chica a quien vaya dirigida esta canción debe ser muy feliz. –añadió Junsu sintiendo como algo se resquebrajara en su interior. La sonrisa de Jaejoong se fue desvaneciendo lentamente para dar paso al dolor de aquellos últimos meses.
A fin de cuentas, la canción hablaba de un amor imposible. Esa era la cruel realidad.

El ambiente se había vuelto tenso de repente, Junsu sólo quería huir de allí, encerrarse en su habitación y arrancarse aquella canción de la mente. Olvidar su significado; lo que había provocado en él; pero de algún modo cruel, su cuerpo siguió allí inmóvil, nervioso y tembloroso, consciente de que el otro chico estaba cerca, demasiado cerca de él y anhelando al mismo tiempo que aquello no cambiara.
Quizás fuera contradictorio; pero la sensatez había muerto en él desde que había escuchado aquella canción, su canción, por primera vez.
Ya nada tenía sentido.

-Ella… No sabe nada- Susurró jaejoong observándolo con aquella mirada que nadie era capaz de descifrar; Junsu arrugó un poco el ceño; su hyung no parecía el tipo de persona que se acobardara ante las mujeres, que amara en silencio.
Y por supuesto, ninguna sería tan necia como para rechazarle.
-¿Por… Por qué no?- Murmuró clavando la mirada en sus manos que jugueteaban nerviosas con el borde de su camiseta, nada seguro de querer conocer la respuesta.
Jaejoong suspiró.
-Ella…- Tragó fuerte asustado sin saber porque -es un poco tonta…- Sonrió y Junsu sintió como su corazón se partía ante la expresión enamorada del mayor.
No tenía nada que hacer contra ese amor. Dolía demasiado y quiso gritarle que era injusto; que aquella chica jamás lo querría como él; que lo mirara, que lo mirara de ese modo aunque sólo fuera una vez; pero sólo se mordió la lengua con cobardía apartando la mirada una vez más. Temeroso de sus propios sentimientos, sintiendo de nuevo la urgencia de huir y quedándose allí sentado una vez más.
-Deberías declararte- Murmuró por fin. Y una parte de su corazón murió. Jaejoong lo miró sorprendido; aquella era la última respuesta que esperaba.
-La verdad es que…- Sonrió un poco avergonzado -Ni siquiera sé como hacerlo… Todo lo que creo saber desaparece con ella… ¿Qué debería hacer Junsu?- Preguntó al fin, en un acto suicida; no podía ser que no se diera cuenta; nadie podía ser tan inocente.
Junsu suspiró de nuevo, buscando las fuerzas para pronunciar una frase más sin que se le quebrara la voz.
-Yo no lo sé hyung… Nunca me he declarado- Susurró bajo, avergonzado -Pero creo que… Si tuviera que hacerlo le daría la mano… Porque estaría demasiado nervioso como para decir nada…- Y se levantó sin dejar que el mayor le respondiera nada.
No quería escucharlo. No quería saber si lo pondría en práctica o si le parecía una estrategia tonta.
Sólo quería llorar. Llorar hasta que le doliera tanto la cabeza que se quedara dormido y pudiera olvidarlo todo.

Jaejoong observó a Junsu marcharse apresurado. “Yo no lo sé hyung… Nunca me he declarado”. Aquellas palabras se había clavado en su mente y le provocaban una sonrisa de amor involuntaria. Sin embargo luego volvía a la realidad y se daba cuenta de todo lo que le había dicho Junsu. Su pequeño Junsu. Aquel que nunca podría ser suyo, quizás solo en sueños. Se preguntó desde cuando él, Kim Jaejoong, había estado así por alguien. Pasaba de reír a la más absoluta tristeza; estos últimos meses habían sido una montaña rusa de sentimientos de la que no podía escapar. Y no quería escapar a pesar de que sabía que le estaba haciendo daño. Cuando le había hablado de la manera de declararse, se le había notado enamorado y eso lo volvía loco de celos. ¿Por qué no se daba cuenta de que haría cualquier cosa porque hablara así sobre él? Pensar que Taeyeon era dueña de aquel al que quería, que recibía sus besos y caricias, le enloquecía. Pero no podía hacer nada y, justo porque quería a Junsu, deseaba su felicidad.
Se recostó sobre el piano y escondió su rostro. Notó el peso de su cuerpo y se dio cuenta de lo cansado que estaba.
- Junsu… ¿por qué no me quieres? –susurró para sí mismo con un nudo en la garganta.

Al día siguiente el ambiente se había vuelto tenso entre los dos de nuevo. No tuvieron tiempo de dirigirse muchas palabras antes de ir deprisa al ensayo general de su concierto, que daría comienzo al día siguiente. Todo salía a la perfección: los efectos especiales, el escenario, el sonido y sus voces estaban a punto para dar un espectáculo que ninguna fan olvidaría jamás. El extraño comportamiento de Junsu dolía a Jaejoong, que intentaba por todos los medios acercarse a hablar con él. Pero el menor parecía rehuirle y siempre encontraba una excusa para alejarse. Yunho, Changmin y Yoochun habían notado aquella tensión entre los dos, pero no dijeron ni una palabra e intentaban comportarse normalmente. Yoochun en especial era el que comenzaba a formarse teorías en la cabeza que no iban muy desencaminadas de la realidad.
Había pasado poco tiempo desde que estaban ensayando el concierto del día siguiente cuando un grupo de chicas cruzó enfrente del escenario. El estadio estaba prácticamente vacío, sólo se veía al staff trabajando para que quedara todo perfecto. Por eso, aquellas chicas que iban riendo y gastándose bromas fuertemente les llamaron la atención. En cuanto finalizó la actuación, pudieron ver claramente quienes eran. Girls’ Generation. A Jaejoong se le heló la sangre en cuanto vio a Taeyeon acercarse a ellos junto a las demás. La cara de Junsu mostraba sorpresa y desconcierto. Se preguntaba por qué estaban allí.
- ¡Buen trabajo, chicos! –dijo Taeyeon mientras las demás aplaudían entusiasmadas. Jaejoong se quedó congelado al ver como se acercaba a Junsu inocentemente.
- Gracias. –respondió Yunho cortésmente.- ¿Habéis venido a ver el ensayo?
- Por supuesto. –expresó Tiffany encantada. Yunho la miró sonriendo para ocultar sus verdaderos pensamientos de irritación.
Una voz indicó que se haría un descanso en el ensayo, así que cada uno se dispersó por donde quiso. Jaejoong esperaba que Taeyeon se marchara, pero para su desgracia se quedó hablando con Junsu, que se llevaba las manos al pelo nerviosamente. No podía dejar de pensar que de verdad le gustaba aquella chica si tenía el poder de ponerle tan tenso. Jessica se acercó a él con una sonrisa.
- Jaejoong oppa, ¿quieres que luego volvamos a tomar una copa como la otra noche? –dijo ella coquetamente. Junsu al escucharlo se dio la vuelta con la cara desencajada deseando que Jae no accediera.- Nos lo pasamos muy bien, ¿verdad?


Se lo habían pasado bien. Aquellas palabras resonaban en su cabeza y de repente Junsu tuvo ganas de vomitar.
Y es que simplemente no podía creerlo; no entendía como aquella niñita de plástico podía hablarle así a Jaejoong sólo por el hecho de que era un poco mona. Quiso acercarse a ella y arrancarle la cabeza o quizás desfigurarle el rostro para que su hyung no volviera a encontrarla atractiva jamás.
Quería apartarla de un empujón y convertirse en la persona que le arrancara sonrisas y suspiros al mayor; en la persona con quién bromeara incluso si para eso tenía que seguir siendo el blanco de sus burlas; quería convertirse en la persona que lo abrazara en los malos momentos.
En el destinatario de todas sus canciones.
Y dolía saber que no era así; dolía saber que Jaejoong seguiría llamando a Jessica cuando algo le preocupara; refugiándose en sus brazos cuando necesitara la calidez de un abrazo; regalándose besos y compartiendo secretos.
Dolía demasiado.
Taeyeon tiró de su manga y con un suspiro apartó la vista de su tormento para enfocarla en la pequeña chica que le sonreía coquetamente.
-Junsu ah…- Odiaba que lo llamara así; con aquel apelativo cariñoso que había adoptado después de su acercamiento en el Hollywood Bowl. Y se arrepentía tanto de haber tratado de buscar en ella a una amiga, pero ahora no podía hacer más que pagar las consecuencias si no quería crear un nuevo escándalo.
-¿Qué quieres?- Preguntó con algo de rudeza; incapaz de prestar atención a las anécdotas que ella le estaba contando; sin encontrar tampoco ningún modo educado de pedirle que se callara.
Más la educación quedó apartada a un lado cuando vio como Jaejoong salía del escenario adentrándose por los pasillos donde estaban los camerinos, siendo seguido, pocos segundos después por esa chica que ya odiaba con toda su alma.
Y los siguió. En un acto completamente infantil, absurdo y absolutamente suicida. Los siguió.
No paró atención a los gritos de Taeyeon ni a los rostros sorprendidos de todo el personal del staff al que iba empujando en su carrera.
Ni siquiera escuchó a la pequeña voz de su cabeza que le suplicaba que se detuviera. Porque no; no actuaba con la cabeza desde hacía demasiado.
Abrió una puerta con rabia. Vacía.
Abrió otra. Vacía.
La tercera.
La cuarta.
La quinta. Y su corazón se paró.
Le faltaba el aire y ni siquiera se dio cuenta de que lágrimas saladas habían comenzado a resbalar por sus mejillas, ahogándose en esos labios que pronto comenzaron a sollozar.
Se llevó una mano a la boca para no gritar y con la otra se apoyó en el marco de la puerta para lograr mantenerse en pie.
El dolor le había robado las fuerzas y las lágrimas la visión; pero eso era aún peor; porque en su mente no dejaba de ver reproducida una y otra vez aquella imagen que no podría olvidar por años que viviera. Aquella imagen que plagaría sus pesadillas a partir de ese momento.
A Jessica. A Jessica besando a Jaejoong.
Escuchó como alguien lo llamaba con una voz lejana, pero ni siquiera trató de escucharlo; sus pies ya se movían deprisa, tratando de huir sin tener ningún lugar donde ir; intentando sólo alejarlo de su propio infierno particular.

Jaejoong apartó a Jessica de un empujón y salió corriendo detrás de Junsu, llamándole desesperadamente.
- ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? –decía Jaejoong en voz baja cuando perdió la pista de Junsu. Le vio subirse a un taxi con los ojos llenos de lágrimas desde la puerta y marcharse sin ni siquiera mirar atrás. – Junsu ah… Por favor…
Si hubiera apartado a Jessica antes, si hubiera sabido sus intenciones, nada de eso hubiera sucedido. Cuando se acercó a él y le besó no pasó ni un segundo cuando Junsu ya había visto la escena. Pero no había sido ella quien lo había estropeado todo. Había sido él mismo quien se había alejado de Junsu quizás para siempre.
Las lágrimas llenaron lentamente sus ojos y sus labios comenzaron a temblar. Él nunca lloraba. No quería llorar. Se acercó a una silla cercana y le dio una patada tan fuerte que la estampó contra la pared. Tiró todos los papeles cercanos con rabia y se sentó en el suelo cubriéndose la cara con sus manos. Yoochun llegó corriendo y se acercó al Jae tembloroso en el suelo.
- ¿Qué ha pasado? Jae… -comenzó Yoochun.
- Déjame. –respondió Jaejoong con una voz transformada por la rabia y el dolor, marchándose sin decir una palabra más.
Cogió el coche y se marchó a toda velocidad hacia casa. Ya no le importaban los ensayos o quien fuera, solo quería ver a Junsu y aclararle que todo había sido un error. La cara dolida y mojada por las lágrimas se repetía una y otra vez en su mente. ¿Quizás eso significaba que Junsu…? No, no podía ser que a Junsu le gustara Jaejoong. Junsu estaba con Taeyeon. La cabeza de Jaejoong era un nido de preguntas que no tenían respuesta. Aparcó el coche y subió corriendo al apartamento deseando ver a Junsu una vez más.
- ¡¡Junsu!! –gritó Jae nada más entrar al apartamento.- ¡Junsu ah!
Recorrió cada habitación de la casa en busca del chico, pero sólo había silencio. Las cosas estaban igual de colocadas que cuando se marcharon aquella mañana. Las llaves del coche de Junsu seguían colgadas, ya que inocentemente aquella mañana Yoochun, Jaejoong y él habían ido al ensayo en el mismo coche. Comenzó a dar vueltas desesperado por la casa. Ya no eran sus sentimientos lo más importante. ¿Y si le pasaba algo?
Cogió el móvil y le llamó.
Comunicando.
Volvió a intentarlo.
Nada.
Así intentó comunicarse tantas veces como pudo, pero fue imposible. Junsu había
desaparecido. Y lo peor es que se había marchado de su vida.
Se revolvió el pelo negro con desesperación y los ojos rojos de intentar contener aquel dolor que debía transformarse en lágrimas que él se tragaba.
Una conocida melodía salió del su teléfono móvil y corrió a contestar. Quizás era Junsu.
- ¿Jae? –preguntó Yunho desde el otro lado.- ¿Qué ha pasado?
- Yunho… - suspiró Jae controlando su voz como podía. Yunho no tenía que notar nada.
- Yoochun me ha contado que Junsu y tú habéis desaparecido. ¿Dónde estáis? ¡Tenemos que seguir el ensayo! Por si no lo sabías el concier-
- Junsu… -comenzó a explicar Jae. Sólo pronunciar su nombre le partía en mil pedazos.- Junsu no se encontraba bien y le he acompañado a casa… -mintió. Por un momento deseó que Yoochun hubiera mentido también y así poder librarse de volver al ensayo. Se hizo un silencio tras la línea.
- Ah… Es que Junsu no contesta al teléfono…
- No te preocupes… Está… Está conmigo… -dijo Jae con dificultad. “Está conmigo”. Qué gran mentira.
- Bueno… luego nos vemos entonces… -dijo Yunho incómodo. Sabía que algo había sucedido. –Hasta luego.
El silencio y unos pitidos le indicaron que Yunho había colgado. Estaba preocupado por él, seguro que Yoochun le había contado algo.
Se sentó en el sofá mirando el móvil compulsivamente. Probó a llamar varias veces, perdiendo la esperanza de que Junsu contestara. Sólo quería escuchar su voz, explicarle que todo había sido un error, que él no había querido… Aunque ya nada servía y él lo sabía bien. Junsu estaba herido y no querría volver a dirigirle la palabra. Pero le necesitaba tanto que le dolía.
Un extraño impulso dirigió sus pasos hacia la habitación de Junsu. Estaba desordenada y la ropa tirada en una silla. Nombres de canciones, intentos de composición o de escritura de letras se confundían en un amasijo de papeles mezclados en el escritorio. Cogió un papel y leyó la letra de una canción que tenía a medio terminar. No había leído ni tres líneas cuando notó un escozor en sus ojos y un dolor inmenso en su pecho. Cada palabra tenía impresa la firma de Junsu, siempre con tanto sentimiento y tanto romanticismo… Quería decirle que sus letras estaban muy bien, pero ya no tendría esa oportunidad. Se dirigió a la ropa esparcida por la silla y la colocó con cuidado en las perchas. Podía oler el perfume que emitían, pareciendo que Junsu había vuelto a la habitación y que estaba tan cerca que podría abrazarle. Colocó los papeles en orden y abrió un cajón para meterlos. Pero justo, en ese cajón, había un papel doblado por la mitad con solo una sola palabra en el centro. “Jaejoong”.
Lo tomó con cuidado entre sus dedos, como si fuera el tesoro más preciado del mundo y se sentó en la cama, curioso por saber qué decía.

Hyung;

Parece mentira que después de tantos años no me salgan las palabras. Bueno, siempre se te ha dado mejor a ti escribir cosas bonitas. Últimamente te he notado muy distante conmigo y siempre me he preguntado por qué. ¿Acaso ya no te caigo bien? Seguro que te vas a reir, pero pensando en esto no he podido dormir muchas noches. Tengo miedo de decirte esto, pero tú me importas mucho. Demasiado.
Perdona no haberte dicho que me hice amigo de Taeyeon y que no te aclarara los rumores sobre nosotros. No son ciertos. Ella fue sólo alguien que me parecía de fiar. Pero me equivoqué, por favor, perdóname.
Tengo que confesarte algo. La canción que escribiste es mi favorita y me hace llorar. Puedes meterte conmigo y decir que soy una nenaza y que lloro por todo. Pero al escucharla… pensé que quizás estaba dirigida a mí. Luego comprendí que sería una chica guapa la destinataria… Pero me vuelven loco los celos. Yo antes quería ser como tú… Tan guapo, tan perfecto… Pero ahora quiero que estés a mi lado. Me asusta decirte esto…
Es posible que esta carta no te llegue nunca… Eso me alivia… Pero no soy muy bueno confesándome y este sentimiento es nuevo para mí. Sólo quería decirte que… Espero que esto no cambie las cosas entre nosotros, aunque en verdad todo haya cambiado ya.
Por favor no te alejes de mí; no soportaría eso. Sé que tú no me quieres como yo te quiero a ti. Y sé que es imposible pedirte que me quieras. Pero por favor, no te vayas. Es lo único que te pido. Aunque me veas como sólo un amigo. Lo soportaré.

Junsu.

Jaejoong dejó caer aquella carta con las manos temblorosas. Una sola lágrima se deslizó por su mejilla y cayó sobre la tinta. Algunas palabras comenzaron a diluirse lentamente. Otra lágrima mojó otra parte de aquella confesión. Levantó los ojos y se miró al espejo. Él, Kim Jaejoong, estaba llorando por primera vez en mucho tiempo. No pudo contener el llanto. Su cuerpo se sacudía de dolor y sus mejillas estaban completamente mojadas de unas lágrimas incontrolables que no podía ni quería evitar. Ya no.
Debería estar feliz o aliviado por el hecho de que Junsu sintiera lo mismo que él. Pero lo único que podía hacer era pensar que le había perdido incluso antes de tenerle.
Se recostó sobre aquella cama que tenía impregnado el olor de Junsu. Su Junsu. Abrazó aquella figura imaginaria que deseaba que estuviera con él en ese momento. ¿Hubiera sonreído Junsu al verle en aquel estado? Al siempre duro e inaccesible Jaejoong, al que nada le afectaba.
- Junsu… -susurraba Jaejoong deseando que apareciera como por arte de magia.- Junsu… vuelve…
Los ojos se le fueron cerrando lentamente, y se imaginó que estaba en brazos de Junsu. Que él no era nadie fuerte tal y como le veía el menor. Que lo único que quería era estar junto a él. La cabeza comenzó a darle vueltas y se sumió en un sueño inquietante donde siempre salía la persona a quien quería.

La música taladraba sus oídos de un modo casi desagradable, provocando que las ganas de huir del escenario y esconderse en algún rincón oscuro se multiplicaran; pero sus brazos y piernas seguían moviéndose y de su garganta seguían saliendo aquellas notas que incluso cuando entonaban esas canciones provocativas y algo superficiales sonaban tan teñidas de dolor. Había pasado la noche en casa de sus padres quienes sólo le habían sonreído comprensivos, murmurando que su habitación estaba “Tal como la dejaste la última vez” sin preguntarle nada al ver el rostro descompuesto del chico, comprendiendo que nada de lo que pudieran decirle conseguiría animarlo y dejando que se encerrara entre esas cuatro paredes llenas de pósters de futbolistas famosos que no sabía porque no había arrancado años atrás; al marcharse de su casa para comenzar a convivir con esos compañeros que pronto se convirtieron en su familia. Su familia, se recordó presionándose las sienes con fuerza y se tumbó entre esos cientos de peluches regalados por las primeras fans que había tenido seis años atrás; las que habían sido afortunadas de seguirlo desde el principio; ahora ya no podía guardar todo lo que le regalaban.
Ahora que todo había cambiado demasiado; que esos niños que lo descubrían todo por primera vez con una sonrisa para regalarle al mundo habían quedado tan atrás; ahora que parecía que ya no le quedaba ningún escudo que le protegiera.
Ninguna mentira a la que aferrarse.
Había tenido pesadillas y se había despertado por lo menos una docena de veces con aquella sensación apremiante en la boca del estómago y esa sensación de ahogarse. Con aquella imagen torturándolo desde esos recuerdos que hubiera preferido olvidar; Jaejoong y Jessica. Besándose.
Sólo el nombre de la chica le revolvía el estómago y le cortaba la respiración y una vez más se preguntó donde quedaba el tiempo en que las curvas de una mujer lograban despertar su interés; porque ahora; si pensaba en la belleza o en el deseo; un solo nombre volvía a su mente: Jaejoong. Y ya no se trataba de si quería o no sentirse así, porque no tenía elección y un suspiro se había escapado de sus labios al darse cuenta que de todos modos; jamás la tendría.
Él, que siempre había luchado por sus sueños, se veía ahora cruelmente atrapado deseando aquello que ni siquiera podía rozar con la punta de sus dedos; aquello que jamás, por mucho que luchara, conseguiría que fuera suyo.
Y los primeros rayos de sol lo habían sorprendido despierto; con la almohada empapada en lágrimas y un dolor de cabeza que desgraciadamente no le impedía pensar; preguntarse en que momento había dejado de ver a su hyung como tal, para caer, total y perdidamente enamorado de él en el acto más inconsciente de toda su vida.
Cuando las sonrisas de buenos días se habían convertido en algo tan esencial para él como el respirar; cuando había dejado de escuchar sus palabras para fijarse sólo en sus labios rosados moviéndose sugestivamente, al hablar de cualquier tema trivial; cuando su buen humor había comenzado a depender exclusivamente de lo que Jaejoong le dijera o de las sonrisas que tuviera guardadas para él aquel día.
Y dolía tanto saber que todo quedaría allí; que lo había perdido definitivamente. Que aquellas sonrisas jamás tendrían un significado oculto para él


Su solo terminó con una nueva oleada de aplausos y ni siquiera pudo enfocar la vista en esa marea roja que siempre le había dado ánimos para seguir adelante; aquellas manchas borrosas que gritaban obscenidades o simplemente chillaban nada en concreto.
El ruido, las imágenes, los sentimientos; todo le parecía algo lejano; algo que no iba con él.
Con Kim Junsu, quien casi no podía mantenerse en pie por culpa del dolor que oprimía su estómago y su pecho mareándolo un poco más, llegando a ese punto en el que pensó que se desmayaría.
Aunque nadie pudiera darse cuenta.

Y de repente las fuertes luces que iluminaban el estadio se volvieron más tenues y aquella canción, su canción, comenzó a sonar desde el otro lado del escenario, donde Jaejoong estaba sentado enfrente de ese piano blanco, rodeado por el resto de sus compañeros.
Sabía lo que venía ahora, sabía que debía acercarse a ellos y entonar aquellas notas, susurrar aquellas palabras que su hyung había escrito para otra, del mismo modo que sabía que aquello se convertiría de algún modo en su despedida y una vez más, su cuerpo lo traicionó acercándolo al foco de su horror.
Caminó despacio, sintiendo como su voz se volvía más temblorosa con cada nota; sus movimientos más inseguros; pero llegó hasta el hueco que tenían preparado para él al lado del piano.
Como si fuera una condena.
Justo al lado de Jaejoong.
Tan cerca que podía sentir su olor a sudor por los bailes que llevaban reproduciendo horas; cada una de sus respiraciones, cada uno de sus pequeños tics al cantar, que se conocía de memoria y sin darse cuenta su voz por fin se quebró convirtiéndose en un alarido de dolor aunque pudiera parecer provocado por la emoción del momento.
Y a pesar de las horribles espasmos que comenzaban a sacudirlo desde su estómago convertidos en sollozos; sólo pudo estar agradecido por eso.
Porque nadie tuviera que ser consciente de que lloraba de pena, de rabia, de dolor.
Porque Jaejoong no pudiera saberlo.

Jaejoong observó a sus compañeros acercarse lentamente al piano entre los gritos histéricos de las fans. Su profunda mirada se posó en aquel chico de cara inocente que se acercaba con pasos inseguros. Sabía perfectamente que Junsu hubiera preferido no estar allí. Por primera vez en su vida, sus sentimientos hubieran superado a su profesionalidad y se hubiera refugiado en cualquier sitio con tal de
no verle. Pero no había sido así. Y Jaejoong estaba orgulloso de él, a pesar de que no pudiera hacer otra cosa que observarle desde la distancia que les separaba y desear que fuera feliz. Deseaba que las cosas no cambiaran entre ellos, pero en este punto ya era inevitable.
El piano seguía sonando y sus voces se juntaban en una sola. La armonía que produjeron aquellos chicos con sus voces enmudeció todo el estadio, y por un momento no se fijaron en aquellas luces rojas que se movían al unísono. El cuerpo de Junsu temblaba imperceptiblemente a su lado y le costaba mantener firme su voz.
De pronto, dejó de cantar y se dio la vuelta avergonzado de que sus lágrimas comenzaran a derramarse de nuevo. A pesar de eso, nadie entre el público hizo ni un ruido. Nadie se encargó de romper la magia aquella vez. Para sorpresa de Junsu, Jaejoong le cubrió cantando su parte. El menor le miró de nuevo.
Observó sus dedos moviéndose ágilmente por las teclas del piano, sus ojos cerrados cantando con aquella pasión que le caracterizaba. De pronto, abrió los ojos y una lágrima se deslizó por sus mejillas pálidas. Por un momento, Junsu se olvidó de donde estaba y sintió como le faltaba el aire para respirar.
Junsu retomó su canción con dificultad. Jaejoong recorrió con los ojos su facciones, y sus miradas se encontraron por un segundo que pareció una eternidad. Intentó decirle que lo sentía, que no se reía de él por quererle de esa manera, ya que él… también le quería. Junsu apartó incómodo la vista y Jaejoong volvió a mirar a aquel piano blanco decepcionado. Debía aguantar las lágrimas un poco más hasta terminar la canción. Después se marcharía corriendo a un lugar secreto donde nadie pudiera encontrarle. Había hecho daño a Junsu, y él no parecía entender que lo sentía en el alma y que haría cualquier cosa para que le perdonara y le aceptara de nuevo.

La voz había vuelto a temblarle levemente al sentir los ojos oscuros de Jaejoong clavarse en los suyos con arrepentimiento; como si pidiera un perdón por algo de lo que ni siquiera tenía la culpa; porque la verdad, por mucho que doliera, era que su hyung no era el culpable de que sus sentimientos se hubiesen desbordado de aquel modo convirtiéndolo en un maldito dependiente.
Él, qué sólo le había entregado cariño y comprensión; qué le había apoyado siempre, merecía poder ser feliz de una vez por todas con la mujer a la que amara. Aunque aquella fuera… Jessica.
Sintió como un nudo se formaba de nuevo en su garganta; pero se tragó sus lágrimas intentando concentrarse sólo en lo que sabía que debía hacer.
Iba a liberarlo; como merecía. Por una vez en mucho tiempo haría lo correcto. Dejaría de ser el niño a quien todos protegían para apoyar a alguien más; a la única persona que había amado de verdad.
Y después todo habría terminado, el sufrimiento de Jaejoong, y también su propio corazón. Pero aquello no importaba.
Levantó la mano notando como le temblaba violentamente por lo que volvió sus movimientos mucho más rápidos, asustado de que pudiera arrepentirse en el último momento y egoístamente, volver a esconderla en su bolsillo.
Y la apoyó en el hombro de Jaejoong que respingó levemente al sentirlo; como si aquello fuera una señal.
La señal de que todo había terminado.


Se asustó al sentir la mano de Junsu sobre su hombro. ¿Eso significaba que ya había terminado todo? Se quedó congelado en esa posición mientras le escuchaba cantar la última estrofa de la canción. Si aguantaba un poco más, las luces se apagarían y el show habría terminado.
Sólo necesitaba sacar el último hilo de voz que le quedaba para que su voz y la de Junsu finalizaran la canción.
De pronto, fragmentos de una conversación acudieron a su mente.

“Ésta es mi canción favorita. –dijo Junsu tras unos segundos de silencio.”
“Nunca me he declarado- Susurró bajo, avergonzado -Pero creo que… Si tuviera que hacerlo le daría la mano… Porque estaría demasiado nervioso como para decir nada…”

Y así, débilmente, casi en un susurro, el concierto llegó a su fin. Kim Jaejoong por primera vez estuvo seguro de algo. Ya sabía qué tenía que hacer.
Los gritos ensordecedores de las fans cortaron como un cuchillo el silencio total de unos segundos antes. Las luces se apagaron lentamente y la mano de Junsu se deslizó para abandonar su cuerpo.
Como si su vida dependiera de ello y sintiendo la presencia de Junsu a su lado en la oscuridad, agarró aquella mano indecisa que se apartaba de él para siempre.
Vio como los ojos del otro chico se abrían como platos y le observaban con los ojos llenos de lágrimas.
- Junsu, no te vayas. Quédate conmigo… –dijo Jaejoong escuchando como su propia voz temblaba de nervios y emoción.-… por favor.
Sintió como los dedos fríos de Junsu temblaban entre sus manos cálidas. No se movió ni un centímetro, mirando fijamente a los ojos de Jaejoong y perdiéndose en aquella bella oscuridad de su ser. Su hyung se levantó sin hacer ruido y pasó los brazos por su cuerpo aún estático.
Jaejoong podía sentir en su pecho los latidos descontrolados de su corazón, pero también los de su pequeño Junsu. Lentamente, aquellos brazos rodearon su figura y lo atrajeron más hacia el otro cuerpo, que comenzaba a temblar de nervios. Jaejoong sonrió dulcemente disfrutando de aquel abrazo tan estrecho y deseó protegerle para siempre.
- Perdóname, Junsu ah… Perdona que este cobarde te haga llorar tantas veces...

Aquellas palabras habían sido el detonante para que sus lágrimas volvieran a caer libres por sus mejillas, aunque esta vez de un modo diferente, arrastrando el dolor; dejándolo flotar en ese estado de bienestar, casi de mareo y sólo pudo apretar un poco más el abrazo, temiendo herir al otro si usaba tanta fuerza; pero Jaejoong no se quejó; siguió allí, tan cerca de él que compartían los temblores y la calidez corporal; sonriendo, a pesar de que Junsu no pudiera verlo.
Escuchando los sollozos del pequeño en silencio y meciéndolo un poco de lado a lado con dulzura.
Y sabía que lo único que evitaba que se cayera al suelo; era ese cuerpo delgado que lo abrazaba con la misma fuerza en que él lo estaba haciendo; como si así pudieran demostrarse un poco mejor la necesidad de no separarse.
Como si así pudieran apartar tantos días de dolor e incertidumbre que ya no les importaban a ninguno de los dos.
Porque no necesitaban saber más que aquello que estaban sintiendo, ese cuerpo que les transmitía la calidez que necesitaban más de lo que podrían haber creído jamás.

Y sintió que quizás le tocaba a él dar un paso ahora, ser valiente por primera vez, regalarle una sonrisa a Jaejoong a cambio de ese sentimiento que había acelerado su corazón, a cambio de esa mano que acariciaba su pelo con ternura, a cambio de ese hueco donde había apoyado la cabeza, que parecía exclusivamente diseñado para él.

Se separó a penas unos milímetros odiando la distancia que los separaba, a pesar de que fuera necesaria para llevar a cabo lo que pretendía y cerró los ojos asustado.
Jamás había hecho algo así. Pero es que tampoco jamás había estado enamorado de aquél modo.

Lentamente acercó su cara hacia la de Jae, que le miraba expectante y con una bonita sonrisa adornando su rostro ahora ruborizado. Sus labios se posaron en los de aquel chico un poco más alto que él y sus dedos se enredaron su pelo negro.
Jaejoong recibió a Junsu con sorpresa y estuvo seguro de que podría morir de la felicidad que sentía. Los labios tímidos de Junsu acariciaban los suyos casi con temor a que se marchara y las mejillas mojadas por las lágrimas se confundían con las suyas.
Lentamente correspondió al beso de su pequeño Junsu. Aquel que nunca se había declarado pero ahora daba un paso difícil para él. Y todo por amor.

Le acarició la cara con dulzura y le transmitió todo aquello que no le había podido decir todos los meses anteriores por medio de ese beso que les iba a unir para siempre.
Se apartaron con una sonrisa y Jaejoong siguió manteniendo aquella mano entre la suya para asegurarse de que todo era real. Sus compañeros volvieron a su lado sin haberse dado cuenta de nada, las luces se encendieron de nuevo y se despidieron de las fans, que aún seguían vitoreando.
Sonrieron sabiendo que a partir de entonces todo sería diferente, sabiendo que cada cancion escrita, cada melodía entonada guardaría un nuevo secreto o una sonrisa cómplice, que cada una de sus nuevas canciones serían testigos de ese amor que ahora sentían.





FIN




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