viernes, 26 de febrero de 2010

Pastel de crema


Título: Pastel de crema
Autor: Aemin
Parejas: Ximin
Género: Flash/Lemon/Humor
Extención: Oneshot



Nota del autor: Chic@s, ¡yo amo a Junsu igual que ustedes! No planeo burlarme de ningún aspecto de él, ni de su risa ni de su inglés. Pero seamos sinceras, así lo habla y así nos encanta. Así que no se ofendan con mi intento imperfecto de Xiah-nglish (término creado por Chamiko me parece)XD. Intento, también, crear la ilusión de que es Junsu.shi quien nos cuenta su historia. ¡Disfrútenla!



Ya eran las nueve de la mañana. Bostezando voltee el letrero de “cerrado” a “abierto”. Mi jefe, Kim Jaewook, conocido como el mejor pastelero del mundo, o al menos del mundo asiático, ya estaba en la cocina preparando todos los postres y pasteles que se venderían en el día. Yo era el mesero más feliz del mundo, de eso estoy seguro: acabado el día, si sobraban pasteles, me los podía comer. ¡Con lo que amo los postres! Aunque me hace daño… de por si dicen que soy algo inquieto, con el azúcar me pongo un poco más…loco Ue Kyang Kyang.
Sonriendo al sol que empezaba a asomar detrás de los edificios altos de la calle, fui a buscar el trapeador y empecé a darle una pulida. No es que no limpie todos los días después de cerrar, o que no me de tiempo de terminar de limpiar toda la cafetería (la cocina es del tamaño de mi habitación del departamento y el área de mesas es del tamaño de la mitad del piso en el que vivo). Simplemente me gusta que los azulejos luzcan como recién comprados cuando los clientes llegan. Además me entretiene y así mi jefe no me regaña por estar brincando por todos lados o sentado en alguna mesa cantando. ¿Ya dije que tengo un ligero rango de hiperactividad? Bueno, me puse a trapear como siempre. Los clientes normalmente empezaban a llegar a las diez, once entre semana, sólo los fines de semana empezábamos desde las nueve en punto.
Terminé de trapear, luego limpié el polvo acumulado durante la noche en la barra y acomodé los vasos y tazas de café para facilitarme el trabajo de servirlos y llevarlos a las mesas. Jaewook hyung sólo se encarga de los postres, y es más que suficiente por que siempre que lo veo cocinar, me doy cuenta de lo complicado que puede llegar a ser un pastel de dos capas, ya no digamos un crème brulee. Afortunadamente la cafetería no es muy grande y entre los dos nos damos abasto. Cuando no, él sale de la cocina y me ayuda a servir mesas por un rato. Aunque dice que “con tu hiperactividad es como si tuviera a cinco o seis meseros trabajando al mismo tiempo”. Siempre que me lo dice no puedo retener mi risa. Ya una vez asusté a un cliente por reírme.

Flashback #1:

- Buenas tardes. ¿Qué desea ordenar de nuestro menú? – el joven y hermoso mesero de cabello castaño rojizo hizo una ligera inclinación de cabeza, muestra de respeto hacia el cliente.
- Sí, te voy a pedir una espuma de limón y naranja, no muy dulce, ¿si cariño? – dijo Kim Heechul, acomodando por enésima vez su cabello pelirrojo.
- ¿No muy dulce? Pero si es un postre, los postres suelen ser dulces. ¡Ue Kyang Kyang Kyang! – la risa de Junsu se dejó escuchar en todo el establecimiento. Heechul se sobresaltó.
- Bueno, aún así que le pongan poca azúcar, por favor- añadió, avergonzado. Toda la cafetería se estaría burlando de él gracias a la incómoda risa del mesero. Nunca regresó.

Fin de Flashback.

Desde esa vez mi jefe me pidió tuviera cuidado al reír, y más que nada que no me riera de ningún cliente. “Tu risa es estruendosa, Junsu-shi”. Me dice a menudo, riendo después. También es contagiosa mi risa, cabe aceptar.
En fin, ¿en qué estaba? Ah, si. Ya como a las 10 y media empezó a entrar gente. Como parte de mi trabajo me paré junto a la puerta y les di la bienvenida a una mujer mayor y su esposo, inclinando mi cuerpo ligeramente hacia delante con respeto. “Sean muy bienvenidos, señora y señora, pasen”. Luego los escolté hasta una mesa, les entregué el menú y regresé a la puerta. Esto tengo que repetirlo cada vez que entre un nuevo cliente, pero tampoco puedo quedarme todo el tiempo en la puerta por que los clientes eligen algo del menú y no solo tengo que tomarles la orden, sino ir a la barra, avisar a mi hyung si se pidió algún postre, cosa que ocurre el 85% de las veces, y mientras el prepara el dulce yo preparo las bebidas. Luego las llevo a cada mesa. Si mientras estoy preparando las bebidas o sirviendo los pedidos entran clientes por la puerta, no importa si no los recibo y los escoltó, pero debo saludarlos ya que ellos mismos se hayan acomodado en alguna mesa libre o bien escoltarlos a una. Básicamente en eso consiste mi trabajo, incluyendo limpiar las mesas no solo cada vez que un cliente se va, sino cada vez que algo comestible les cae, ya sea a las mesas o al suelo. Es divertido la mayoría de las veces, no me puedo quejar. Trabajo de ocho a diez horas al día de jueves a domingo, por que los demás días estudio todo el día excepto el lunes que es mi día de descanso. Por 20,000 wons al día (aproximadamente veinte dólares) es bastante bueno. Claro que hay de días a días y de clientes a clientes. Hay una clienta que recuerdo bastante bien.

Flashback #2:

- Omg! Omg! – Junsu exclamó al escuchar como un vaso caía al piso. Tomó un trapo y la escoba y se apresuró a limpiar el desastre. Empezó a barrer los trozos de cristal rotos cuando una mano tocó su llamativo trasero. Solía pasarle a menudo, pero eso no significaba que le resultara agradable. Al voltear se encontró con una chica de tez artificialmente tostada, cabello corto también artificialmente rubio, ojos cafés y labios brillosos color rosado…ah, y un cuerpo demasiado bien proporcionado, enfundado en un top blanco y jeans.
- Perdóname, guapo. Se me cayó mi vaso – dijo, melosamente, Koda Kumi.
- No se preocupe, señorita – respondió Junsu, intentando ocultar su sonrojo agachándose más para limpiar. ¿Por qué se le ajustaba tanto la blusa? No podía evitar mirarla de reojo. Mordiéndose los labios terminó de limpiar.
- Ahora mismo le traigo otro “frapuchino”, señorita – salió corriendo.

Fin del Flashback.

Miré mi trasero. Sinceramente, ¿qué le veían de especial? Era como el de cualquiera, servía para sentarse y para ayudar a mis piernas a moverse. Es redondo. Muy redondo. Como si yo me estuviera fijando en los traseros de todos. “Puliasu!” (Please!). Me pregunto si Kumiko noona (hermana mayor, de hombre a mujer mayor) habrá tirado el vaso a propósito esa vez sólo para tocarme.
Siguen llegando clientes, entre ellos uno de nuestros más famosos personajes. El problema es que con él tengo que hablar en inglés.
- Guerucom, Jung Jihoon hyung! (Welcome)
- Thank you.
La estrella entra y se sienta en una de las mesas disponibles. Le traigo la carta. Siempre he admirado a Bi Rain hyung. Me parece increíble que haya llegado hasta Holliwood. Me acuerdo que la primera vez que llegó le pregunté a mi jefe cómo pedirle su autógrafo. “Can yu guibu mi yur otografu?”. Aún no sé cómo fue que entendió lo que le dije, pero me firmó una servilleta. Cuando llegué a casa la enmiqué (cubrir de mica o plástico) y la guardé en mi sitio secreto. Topu sicretu! (Top secret).
¿Por qué conté esto tan importante y especial para mí? Ah, es verdad. Siguen llegando los clientes, y a su vez los que ya llevan un rato en la cafetería se van. Algunos dejan buenas propinas, otros no. Varias veces me paseo entre la puerta, las mesas, la barra, de nuevo las mesas, la puerta y otra vez la barra. Creo que el ser mesero debería de considerarse no sólo un arte, sino un deporte extremo, Ue Kyang Kyang Kyang.
Pasan las horas. Por fin llega él. Lo había estado esperando todo el día. Trae unos lentes de sol puestos, los cuales baja para mirarme directamente cuando le doy la bienvenida. Lo escolto a su mesa y no puedo evitar mirar sus largas piernas cubiertas de jeans ni su espalda, ligeramente encorvada, de la que sale su cuello encima de su camisa y su chamarra y al que está pegada su cabeza y su rostro. Ése rostro de piel canela, mezcla de niño inocente y joven peligrosamente atrevido y soez. Después de incitarme al morder ligeramente una de las patitas de sus lentes para luego dejarlos sobre la mesa, me mira, esperando que le entregue el menú. Se lo doy y luego me alejo hacia la barra, consciente de que ahora es él quien no deja de mirarme, más que nada a mi atributo ya mencionado.

Sí, es mi novio. Llevamos pocos meses saliendo. Yo soy su hyung además, apenas un año y casi dos meses mayor. Pero, normalmente, el parece ser el mayor, y no sólo por la altura. Siento que es más centrado. Por lo menos, es menos inquieto que yo. Eso si, come mucho más que yo y no en balde es nuestro mejor cliente. Por esta razón nos conocimos. Por su gran apetito y gusto por los postres fue que empezamos a salir.

Flashback #3:

Junsu estaba recargado en la puerta, bastante aburrido. Los clientes que habían llegado en la mañana, en su mayoría se habían ido. La tarde empezaba a entrar, bastante lenta, como si también al tiempo le diera pereza avanzar. Miró las calles, se fijó en el semáforo en rojo que luego cambió a verde, en que los focos de éste estaban conformados a su vez por pequeños foquitos (bombillas) que cambiaban al mismo tiempo de color. ¿Qué pasaría si alguno no cambiara de rojo a verde y se quedara rojo? Seguramente nadie lo notaría. Así podría estar, divagando y filosofando sobre las cosas más insólitas y comunes, mientras los demás clientes terminaban sus bebidas y postres y se retiraban. Se estiró un poco, empezaba a sentir las piernas entumidas por tanto estar de pie en una misma posición. Miró la pulcera de cuero blanca que tenía en su brazo. Cuando hacía calor o estaba demasiado activo, ese trozo de piel hacía que su muñeca sudara. ¿Por qué era blanca? ¿Por qué tenía necesariamente tres agujeritos cuando sólo necesitaba uno para abrocharla?
- ¡Junsu yah! – Jaewook tuvo que gritarle tres veces para que regresara al mundo real y recogiera un pastel de tres leches que el pastelero acababa de sacar.
Como si el cuerpo le pesara caminó hasta ahí y tomo el plato, lo puso en la charola y lo llevó a la mesa cinco. Cuando volteó de nuevo hacia la puerta lo vio entrar. Ya había venido a la cafetería antes y Junsu más o menos se daba una idea de lo que le gustaba pedir. Sintiendo una extraña ansiedad por atenderlo le llevó el menú. El otro chico lo miró largamente.
- Cuando esté listo para ordenar avíseme – sonrió el mesero castaño-rojizo, sin saber por qué había tenido la necesidad de decirle esto.
- Gracias – respondió el otro, - Junsu –añadió al leer el gafete de su camisa. Antes de que su cara lo delatara poniéndose roja, Junsu regresó a la barra.
Desde la primera vez que lo vio siempre se había preguntado cuál sería su nombre, a qué se dedicaría. Supuso que aún era estudiante, igual que él, pues ya lo había visto estudiando mientras saboreaba algún pastelito. ¿Qué estaría pensando ahora, después de que había dicho su nombre por primera vez? Finalmente bajó el menú, lo que le indicó a Junsu que debía acercarse a tomar la orden.
- ¿Ya eligió?
- Ung ung – respondió el menor de cabello oscuro. Así solía responder normalmente, era una de sus costumbres. ¿Quizás no quería gastar sílabas de más?
- Quiero un Tiramisú y un vaso de leche.
- En seguida.

Cuando lo vio darle un trago a la leche y notó la marca blanca que quedó sobre sus labios, Junsu sintió inexplicablemente que las piernas se le doblaban. Siguió atendiendo a otros clientes, que poco a poco volvieron a llenar la cafetería, pero no podía quitar su atención de aquél chico por más de cinco minutos. Algo había en su rostro que lo atraía. Mirándolo de lejos parecía un chico cualquiera, común y corriente e inclusive un poco altanero, pero viéndolo de cerca, sobre todo cuando comía pasteles, parecía nada más que un niño saboreando su comida favorita.
Empezando a oscurecer, el pastelero llamó a su mesero.
- Tengo que ir a comprar más crema y otros ingredientes. Te encargo el lugar, ¿está bien?
- Sí, hyung – respondió dócilmente. No quedaban muchos clientes, así que no sería difícil.
- Estaré de vuelta en dos horas. ¿Está bien?
Kim Jaewook salió de compras, seguro de que su tienda estaría a salvo al cuidado de su fiel donsaeng.
Junsu se asomó por la ventanilla que conectaba la cocina con la barra y se dio cuenta de que solo quedaban dos mesas. En una de ellas estaba ese chico y en la otra los clientes ya había terminado. Salió de la cocina y fue a recoger los platos, dejándoles la cuenta. Lavó los platos mientras los clientes dejaban el dinero en la mesa y luego se acercó a recoger el dinero, para luego llevarles el cambio. Ya que se fueron, recogió su propina. En todo ese rato, notó, el chico de cabello oscuro había estado leyendo. Había ordenado, después del tiramisú, otro vaso de leche, un queque húmedo de chocolate y finalmente un pastelito de crema. Pero la crema se había terminado y el pastelero había salido a comprar los ingredientes para preparar más, eso Junsu lo sabía. Pero no quería desilusionar a su mejor cliente. Preparó el chocolate caliente que había ordenado junto con el pastel y se lo llevó.
- Disculpa, pero se nos terminó la crema. En un rato tendremos otra vez y podremos servirle su pastel, ¿no hay problema?
- No, está bien, Junsu. Lo esperaré.
Sonrió. Tenía una sonrisa hermosa, inocente. El mayor de los dos asintió.
- Espero le guste su chocolate. Si le falta algo, avíseme – y volvió a la cocina, casi huyendo de la tentación.
Al llegar a la cocina se recargó en la mesita. Estaba algo sucia de masa, azúcar, crema y otros ingredientes. Para distraerse, tomó un trapo y se puso a limpiarlo. Estaba tan concentrado que no escuchó, unos minutos después, que alguien entraba.
- Me llamo Changmin.
La voz repentina lo sobresaltó. Dando un brinco, volteó a verlo.
- ¿Eh? – lo había tomado por sorpresa y no podía ocultarlo.
- Que mi nombre es Changmin. Shim Changmin.
- Ah, si. Mucho gusto, Shim Changmin. Soy Kim Junsu. Aún no llegan los ingredientes ni el pastelero, así que aún no está listo tu pastel – respondió, nervioso.
- Llevo días esperando que me lo preguntes – lo cortó Changmin, sin tomarle mucha importancia a la mención del pastel, - creí que si decía tu nombre me preguntarías el mío.
- Ah…eh…- el rostro de Junsu empezó a enrojecer, miró a otro lado para ocultarlo.
- Sé que te he llamado la atención, Junsu. Me atiendes demasiado bien. Y he notado que no dejas de mirarme siempre que puedes. Dime, ¿te gusto?
Se le acercó, y los centímetros que le sacaba de altura eran verdaderamente intimidantes. Lo miraba y parecía que lo estaba escaneando con los ojos. Sabía que no podría mentirle por dos razones: primero, tenía cara de que seguramente se daría cuenta, y segundo era pésimo mintiendo.
- Si. Me gustas, Shim Changmin.
El menor volvió a sonreír, pero esta vez no parecía nada inocente.
- Lo sabía. ¿Sabes? Debería estar molesto por esto pero no lo estoy.
- ¿N-no? – los ojos de Junsu se abrieron completamente. Min negó.
- Tú también me pareces atractivo, así que, siendo una atracción mutua, no tengo por qué molestarme. Al contrario.
- ¿Al contrario qué?
Changmin rió, por primera vez, ante la aparente ingenuidad de su hyung.
- Eres un poco lento, ¿verdad?
La mano color canela se apoyó al lado de la de Junsu, haciendo que Changmin se inclinara un poco más hacia él. Sus miradas se cruzaron.
- ¿A qué hora sales?
- A las once.
- Ung.
Ignoraban en qué momento la conversación se había vuelto tan íntima.
- Pero mi jefe no está y no hay nadie más en el local. Si quieres…

Las manos de Changmin empujaban lejos de Junsu todos los instrumentos de cocina que estaban en la mesa mientras sus labios se probaban lentamente. Junsu se acomodó sobre la mesa, sentado, apoyando sus manos en la mesa para mantenerse derecho, mientras las manos de Changmin tocaban las suyas y luego subían por sus brazos para volver a posarse sobre sus manos. Poco a poco fue recargándose más hacia él, juntando sus rodillas con las suyas, haciendo que el castaño-rojizo se echara cada vez más hacia atrás sobre la mesa…hasta que sus manos se metieron en un recipiente lleno de masa que no habían contemplado.
- ¡Ue Kyang Kyang Kyang! – exclamó el mayor al ver su mano y la de Changmin llena de masa. Escuchando por primera vez su ensordecedora y contagiosa risa, el menor también se echó a reír, aplaudiendo y con ello haciendo que un poco de masa le cayera en la cara. Junsu sonrió y besó la zona embarrada, limpiándola suavemente. El menor se sonrojó como nunca antes y lo miró a los ojos.
- ¿No te gustó cómo te limpié? – siguió sonriendo Junsu.
Por toda respuesta Changmin le embarró masa en ambas mejillas.
- Ahora yo te limpiaré a ti.
El rostro de Junsu ardía de lo rojo que estaba mientras la lengua de Changmin lo limpiaba de masa. Cuando terminó, volvió a mirarlo, haciendo una mueca de fingida inocencia.
- Se acabó la masa.
- No es cierto, yo todavía tengo en mi mano – respondió el mayor, poniendo un poco de masa en los labios del de cabello oscuro. Adivinando lo que pretendía Changmin sonrió y cuando lo besó, separó un poco sus labios dejando pasar su lengua a la otra boca. Junsu volvió a sentir que las piernas se le convertían en gelatina al sentir la lengua del menor atacando la suya. Sabía dulce, a la mezcla de todos los postres que se había comido, y le encantaba. Nuevamente el cuerpo del de piel canela empezó a empujarlo hasta que quedó pegado a la mesa, bajo su peso. Junsu tomó su rostro por las mejillas, sintiendo como la mandíbula se movía mientras se besaban. Pronto se les acabó el aire y se separaron un poco para poder respirar. Sintiendo aún el sabor del azúcar, Junsu se relamió.
- Awesome… - jadeó el menor.
- Wha..?! – no lo podía creer, su amante hablaba mejor el inglés que él.
- Awesome. Significa increíble, hyung.
- Ah, ya lo sabía.
- No es cierto – rió Changmin.
- Claro que sí – se quejó antes de volver a besarlo.
Las manos de Min empezaron a desabrochar el delantal y luego la camisa.
- Can I continue getting you naked? – preguntó.
- Eh….- tardó en contestar mientras descifraba la pregunta – Plizu! (Plase).
El de piel morena sonrió y desató también el pañuelo que llevaba en su cuello para luego besar su piel directamente. Junsu cerró los ojos, sintiendo como el calor de esa boca llegaba a su cuello y se expandía hasta su abdomen, mientras las manos del otro se encargaban de mantenerlo en su piel, acariciándolo en círculos.
- Dadsu gud!
- ¿Qué? – sonrió el menor.
- Dadsu gud… -repitió el mesero, aún más avergonzado por su corean-english que por la situación.
- Ah, that´s good. Entonces, ¿te está gustando esto, Junsu yah?
- Sí. Bastante… ¡ummm! – no pudo decir más al sentir las manos en su pantalón.
Eso sumado a los labios carnosos sobre su pecho, violando la inocencia de sus dos puntos más sensibles hasta enrojecerlos y dejarlos endurecidos y húmedos, lo estaban llevando a una locura que no había conocido antes. Tenía que tocarlo también, y así lo hizo. Tirando del cierre le desabrochó y quitó la chamarra para luego tirar de la camisa hasta que el otro alzó los brazos, dejando desatendida su entrepierna y su pecho unos segundos, para quitársela también. Mientras Changmin seguía lamiendo su piel y tocando sus piernas, Junsu empezó a conocer su espalda y sus hombros. Era delgado, sí, pero sobre los huesos tenía algo de músculos bien formados. Definitivamente no quería hacerlo enojar: no quería poner a prueba el poder de ese cuerpo, al menos no en una pelea. Continuó su recorrido hacia su cintura y luego su abdomen, llegando al límite de sus jeans.
- Uuuung…- esta vez su clásica respuesta fue más prolongada.
- Dad fils gud, right?
- Mhum…it…it does… - ahora era su hyung quien le aplicaba la misma dosis de placer que él le había dado antes. Trepando sus rodillas a la mesa las acomodó de cada lado del cuerpo del de cabello castaño-rojizo. Así era más fácil que se tocaran y al mismo tiempo se volvieran a besar. Las manos más blancas pronto descendieron sobre el pantalón, deteniéndose en sus pantorillas.
- Omo, tienes piernas muy largas, Changminnie…
El otro chico se sonrojó. Era muy alto por que sus piernas eran largas, y eso era motivo de muchas burlas.
- ¡Kirin desu! – el mayor recordó que cuando habían estado de frente, de pie, él apenas le llegaba a la altura de las cejas.
Lo escuchó, ahí estaba ese insulto. “Eres una jirafa”. ¿Cuántas veces no la había escuchado? Y sin embargo, no le molestaba que Junsu se lo dijera. Lo decía con tal inocencia en la voz, sonriéndole con tanto cariño, que sólo lo podía tomar como un apodo afectivo.
- ¿Te parezco una jirafa?
- Si, Ue Kyang Kyang. Pero una jirafa muy bonita…y sexy – añadió, acariciando su trasero sobre los jeans. Changmin se sonrojó y bajó la mirada, a punto de reírse. Imitando a su hyung, metió sus manos entre su espalda y la mesa y lo acarició hasta llegar a su trasero. No lo resistió más y soltó una carcajada.
- Watashi wa kirin desu, demo kimi wa ahiru desu!
- Ahiru ka?!
- Tienes trasero de pato, hyung. ¡Tienes el doble de nalgas que yo o más! ¡Pato!
Igual que el menor, Junsu podría haberse molestado por la alusión a su atributo más evidente. Pero en cierta forma se la debía y, además, al sentir cómo se lo acariciaba, no podía molestarse. Lo hacía con algo de perversión, es verdad, pero era infinitamente más agradable que como lo habían hecho otros fans a lo largo de su existencia.
- Hasta ríes como un pato, hyung.
- ¿Al menos soy un pato sexy?
- Para mí, si.

Desabrocharon sus pantalones y se acariciaron más directamente. Cansado de estar recostado, Junsu se irguió un poco, sentándose, y abrazando a su jirafón y acariciando su espalda. Ya estaban piel contra piel y sus hombrías también se estaban rozando, aunque aún las separaban los boxers. La sensación era demasiado placentera, exigía sentir más. El mayor de los dos volvió a bajar sus manos al trasero de su amante y lo jaló hacia él, provocando un roce más intenso y un gemido por parte de ambos. Changmin no necesitó que volviera a jalarlo hacia el, simplemente lo hizo, friccionándose contra la cadera de su hyung. Así siguieron un rato hasta que la tela empezó verdaderamente a estorbar. Sin esperar más el castaño oscuro retiró los boxers de su pato y éste hizo lo mismo. Pero ahora le tocaba a Changmin estar debajo. Besándolo se giró hasta quedar sentado sobre él y empezó a recostarlo contra la mesa, las lagas piernas a punto de tocar el suelo. Repitiendo el movimiento de caderas anterior, su hombría chocaba con la del otro directamente, excitándolos demasiado a los dos.

- Hyung…házmelo….ya…
-¿Así nada más? Sólo te lastimaré, Min.
- No importa…hazlo así….
- Anya!
No quería profanar su cuerpo por primera vez y dejarlo adolorido el resto de su vida. Quería amarlo, realmente le gustaba, y no iba a lastimarlo si quería que fuera su novio. Separando un poco más las largas piernas para que no le estorbaran, empezó a prepararlo. Necesitaría estar húmedo y dilatado, o sería demasiado doloroso. Los gemidos del menor no tardaron en escucharse: su hyung movía su dedo dentro de él, una vez humedecido con la saliva de Min, con cuidado, en círculos, mientras su otra mano le proporcionaba placer a su base, para luego añadir otro dedo en su interior. A Changmin ya empezaba a dolerle su hombría cuando su amante sustituyó sus manos por besos; era demasiada espera, demasiado placer, necesitaba sentirlo. Para hacérselo saber, empezó a masajear el miembro de Junsu. Éste en segundos ya estaba igual de excitado que Changmin.
- Ya hyung. Es demasiado. Do it to me. Please!
- Ouke. I bill doo it tu yu. (Ok. I will do it to you).
Subiendo su cuerpo para volver a quedar a la misma altura que su Minnie, acomodó su cadera entre sus piernas y muy despacio, con cuidado casi calculado, empezó a invadirlo. El menor gritó. Nunca se había dejado ukear, era doloroso, le estaba costando trabajo no llorar.
- Changmin.shi, Changmin.shi. ¿Duele mucho? - Junsu acarició sus mejillas, preocupado, deteniendo su intromisión.
- N-no…-mentía. Junsu podía percibirlo. Era demasiado orgulloso para aceptar que le dolía. Se esperó a que se acostumbrara, besando su cuello y acariciando su pecho, esperando reducirle el dolor y aumentarle el placer. Unos segundos después la cintura y las piernas del menor se relajaron, el dolor se estaba desvaneciendo y en su lugar la invasión de su Junsu le estaba provocando un placer indescriptible.
- Hyung, ya, ¡muévete! – para reafirmar que estaba listo, apretó el trasero del otro, haciendo que sintiera un espasmo.
Junsu no necesitó que se lo repitieran, empezó a moverse cada vez más rápido, la estrechez de su joven amante poniéndolo al 100. Ya no podían dejar de gemir. Pero si algún cliente entraba al local y escuchaba sus sonidos de placer, saldría corriendo. Para acallarlos, Junsu capturó los labios de Changmin en los suyos. ¡Que bueno que la mesa era de metal! El de cabello rojizo nunca se había movido tanto y tan rápido. Su cuerpo le exigía que lo hiciera así, y las manos del otro apretando su trasero eran un afrodisíaco demasiado poderoso para ignorarlo. Mientras, el castaño empezaba a sentir como le temblaban las piernas: Junsu estaba tocando el punto más sensible en su interior y la fricción de ambos cuerpos alrededor de su hombría durante las embestidas le ponían la mente en blanco, sustituyendo cualquier pensamiento coherente por oleadas de placer. Tirando con fuerza del cabello de su hyung, llegó a su clímax, sus piernas y el resto de su cuerpo estremeciéndose completamente.
Ver a Changmin temblando en sus brazos, con esa expresión mezcla de placer, satisfacción arrogante y completa vulnerabilidad, añadido a la humedad que repentinamente sintió entre sus abdómenes, fueron el detonante para que Junsu también llegara a su clímax.
- Hy…hyung…
- Man…de? – ambos jadeaban.
- No…nada…ya se me olvidó.
Junsu sonrió. Ya había descubierto dos formas en las que podía tirarle la barrera de hielo a Changmin y verlo tierno y kawaii: comiendo pastel y después de hacerle el amor. Besó su frente y luego se recargó en el hombro cobrizo, buscando el aire que ambos habían perdido.
- Ne, Changmin.shi….
- ¿Ung?
- Quería saber… bueno… no es por lo que acabamos de hacer ahora, claro, por que ya me gustabas desde que te vi entrar a la cafetería…
- Ung ung ung…
- ¿Quieres ser mi novio? – se sonrojó al hacerle la pregunta.
- Umm…tu novio…tssssk…. – la hacía de emoción. ¿Por qué se esforzaba en hacerlo sufrir? ¿Lo disfrutaba? – yo, el novio de un mesero de una cafetería, de mi cafetería favorita para precisar, y que además es más bajo que yo…
Junsu sentía sus mejillas enrojeciendo otra vez. No sabía si quería llorar o pegarle, por que tampoco sabía si estaba jugando o de verdad lo estaba insultando.
- ¿Me regalaras pasteles cuando sea nuestro aniversario?
- ¡Cuando sea nuestro aniversario y cuando quieras!
- Ung… y… ¿haremos el amor?
- También cuando quieras.
- Bueno, entonces si quiero ser tu novio.
- Hontouni?¡Omg! – estaba tan feliz que no pudo contenerse y devoró sus labios a besos.

- Hyung… ¿en cuanto tiempo te dijo tu jefe que regresaba?
- ¡OMG clock!
**
Cuando Jaewook regresó a su cafetería, encontró en la mesa a su cliente más frecuente, leyendo mientras saboreaba un capuchino con crema. Le pareció que sonreía con satisfacción, y eso era lo más importante que debía recibir de un cliente. Entró a la cocina y encontró a Junsu limpiando la mesa de metal con tal precisión y decoro que no lo podía creer.
- Ya regresé. ¿Pasó algo fuera de lo normal en mi ausencia?
- No, hyung. Todo está bien. Ue Kyang Kyang.
- Bien. Ahora dame espacio para preparar el pastel de crema. Ve a la barra y estate al pendiente de los clientes.
- Sí, jefe.

Fin del Flashback.

Si. Así fue, hace ya dos meses. Sonrío al verlo ahí sentado, leyendo y a la vez fingiendo que lee sólo para mirarme. Así como el me tentó con sus lentes, yo lo tiento desde la barra con el mango de una cuchara con la que revuelvo la leche en los cafés latte. Al notarlo Min sonríe y vuelve a su lectura.
- Aquí está.
Mi jefe me pasa el pedido y lo llevo en charola hasta la mesa de Changmin.
- Servido. El pastel de crema, cortesía de la casa.
- Gracias. Se ve delicioso – me sonrió, esa sonrisa pervertida que me encanta.
- Que lo disfrutes – luego regreso a la barra. Apenas puedo esperar a que den las once o a que se acabe otro ingrediente. De cualquier manera, puedo decir que mi postre favorito de los que servimos es el pastel de crema.




FIN

1 comentarios:

G!G! dijo...

me encantooo!!!!!!!!!
de por dioss!!!!
quiero un min asii!!!!
lo amoo!!!!!!!

:a   :b   :c   :d   :e   :f   :g   :h   :i   :j   :k   :l   :m   :n   :o